Hay cosas que es mejor contarlas en forma de narración de
situaciones ficticias en las que cualquier parecido con la realidad sea pura
coincidencia.
Erase que se era una familia de clase media, trabajaban los
dos en la pareja, papá y mamá ganaban entre los dos 2.200 euros, así que
decidieron comprar una casita para albergar su amor, su familia, la que
formaron ellos y que fue aumentada con tres precisos hijos, eran tan felices en
su vida que jamás pensaron que las cosas podrían dar un giro tan dramático como
el que sufrieron, ellos, como tantos
millones de personas en aquel desgraciado país donde las personas se arruinaban en beneficio
de los bancos y los chorizos impresentables que estaban robando a manos llenas
el patrimonio monetario público sin que nadie hiciese nada por evitarlo.
De ser una familia de clase media donde se podían permitir
ciertos lujos, pedir una hipoteca y comprar su casita, además con la hipoteca
inflada por el banco poder comprar también su coche, poder salir los fines de semana a
comer a alguna venta o pasar unos días en la playa, pasar de todo esto, a no
tener nada que llevarse a la boca.
La cosa sucedió así, un mal día despidieron a mamá, había crisis
y se había aprobado una reforma laboral que permitía tirar a la calle a las
personas por poco menos que nada, así que empezó a cobrar el subsidio de desempleo
y más o menos pudieron seguir tirando, pero como había una gran crisis en el país,
por más que ella buscaba trabajo no había forma de conseguirlo, y como el
tiempo pasa inexorablemente, pasó y se acabó la prestación por desempleo, se
acabaron los ingresos de mamá, pero las letras de 1.000 euros de la hipoteca seguían
llegando inexorablemente también, mes tras mes, así que se encontraron en la situación
de tener unos ingresos de 1.200 euros (el sueldo de papá), de los cuales 1.000
eran para la hipoteca, y 200 para el resto de los gastos, comunidad, luz,
butano, comida y todo lo necesario para mantener una casa.
Menos mal que tenían familiares que les echaban una mano con
los gastos, porque la hipoteca había que pagarla, si o si, a causa de la ley
hipotecaria de aquel país si no pagaban se quedaban sin su casa, en la calle, y
con la deuda completa con el banco, en aquel país no existía la dación en pago,
imposible dejar de pagarla, antes preferían dejar de comer.
Pero los familiares empezaron a sufrir el mismo calvario,
despido, subsidio y ayudas agotadas, había familias en que todos estaban
desempleados, no había ya dinero para mantener a tantos con la pensión del
abuelo.
Esta familia lo estaba pasando realmente mal, pasaban hambre, y estaban siempre angustiados
pensando en que les cortarían la luz por falta de pago, o que no tendrían para
la bombona de butano, cada vez más cara, y si no podían comprala no tendrían ni
agua caliente para el baño de los niños o para poder calentarles la leche
aguada o el sobre de sopa, tenían que conseguir ayuda de una u otra manera.
En las instancias
oficiales no podían hacer nada por ellos, claro, tenían unos ingresos más que suficientes,
ya se sabe, las administraciones públicas tiene normativas inflexibles, si te
pasas en un euro de los ingresos contemplados para percibir algún tipo de
ayuda, ya no reúnes las condiciones.
Y así fue como llegaron a las instituciones, asociaciones,
ONG´S y cualquier entidad que les pudiera ayudar, claro que lo tenían difícil,
con un sueldo de 1.200 euros y teniendo por delante solicitando ayuda a personas y familias excluidos ya de la
sociedad por haber agotado a estas alturas cualquier tipo de ayuda oficial, porque el
gobierno de aquel país cortó de raíz las ayudas a las personas en riesgo de
exclusión social, tenían otra prioridad, rescatar a los bancos, así que ellos tenían
muy difícil conseguir nada.
Y llegaron a las redes de apoyo social no públicas, instituciones
las más de las veces dependientes de alguna organización religiosa, donde se
dispensaba caridad, con unas normas poco objetivas a la hora de conceder ayudas,
donde por ser entidad privada y de gestión en manos de voluntarios se ayudaba o
no según le parecía al voluntario de turno, ayuda muchas veces a todas luces insuficiente y que para
recibirla tenían que hacer una inmensa, lacerante, humillante cola a las
puertas de la entidad caritativa.
Una cola a la vista de todos los habitantes de aquel pueblo,
todo el que tenía algo que hacer por las tardes en el centro del pueblo aquel podía
ver expuestos al público en general a aquellos “pobrecitos” que acudían a
remediar sus males, gentes con una autoestima muy dañada por su situación, por
pensar que eran incapaces de mantener a su familia, que además tenían que poner
su dignidad en la cola de la ayuda.
De las personas que pasaban por aquel punto negro del
pueblo, había de todo, quien por respeto y dignidad se hacían los despistados y
evitaban mirar a aquellos que esperaban turno, y había quien poco menos que
hacia fotos para saber quién estaba pasando necesidades.
Un día al más pequeño de los niños le detectaron una enfermedad
rara, de esas que hay pocas y que por este motivo tenía poco tratamiento y muy
caro. Es que en el mundo donde estaba aquel pueblo, las empresas farmacéuticas investigaban
para encontrar cura a las enfermedades que abatían a muchas personas, las
enfermedades raras no eran rentables, entonces no invertían en encontrar una
cura, y como el gobierno de aquel país además eliminó el dinero destinado a investigación,
pues lo poco que se adelantaba en las investigaciones para la cura de aquellas
enfermedades se dejó de hacer.
Para colmo, el gobierno de aquel país, decidió quitar muchas
de las medicinas que podían ayudar a su hijito de la lista de medicamentos que estaban
subvencionados con el dinero de los impuestos de los habitantes, así que de
aquellos 200 euros que les quedaban para subsistir, después de pasar por la
farmacia, ya no quedaba nada.
Decidieron pues dejar de pagar la hipoteca, la salud del
niño estaba antes que todo.
Un mal día les llegó la notificación del juzgado, iban a ser
desahuciados de su vivienda, la perspectiva era que se quedaban en la calle y
con el sueldo embargado para seguir pagando aquella maldita hipoteca que un día
fue la ilusión de su vida, por la que rellenaron cientos de papeles y que
pidieron con los ojos llenos de felicidad, para dar a sus hijos la mejor
vivienda, la mejor vida que sus medios les permitían.
Aquel día, aquel aciago día, la angustia pudo con papá.
Lo encontraron en aquel campo donde tanto les gustaba ir a
pasear con los niños, en aquel árbol donde tantas veces se habían sentado a la
sombra mientras los niños jugaban y ellos hacían planes.
Ya no había planes, ya no había esperanza, ya no había futuro,
ya no había nada, solo angustia, impotencia, desesperación y muerte.
De esta historia de terror, que bien podría pasarnos a
cualquiera de nosotros, somos responsables todos, unos por acción y otros por omisión,
los gobiernos por ignorar a las personas en beneficio de los bancos y hasta en
propio beneficio de políticos corruptos, las personas por hacer oídos sordos a
tanta desesperación.
Esta historia está pasando ahora mismo muy cerca de nosotros,
en la casa de al lado, en la calle de enfrente, en casas y casas y en calles y
calles.
De todos nosotros depende que no acaben en un árbol
cualquiera de un campo cualquiera.
Es de terror pero tan real que puedo parparla con mis manos. Me encanta como escribes!!! Un abrazo.
ResponderEliminarEs que la realidad para muchos ciudadanos de este pais es terrorifica amiga.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Tan real como la vida misma. Espero que sirva para crear conciencia. Un abrazo Inma.
ResponderEliminarGracias Damaso, esa es la idea. Un beso
ResponderEliminarLa conciencia siempre la tenemos los mismos.
ResponderEliminarInma es un buen relato y como relata te digo, que deberías repasarlo, hay repeticiones que se pueden suplir por sinónimos y reiteraciones varias.
De todas formas es tu primer relato, y si quieres seguir adelante, aprenderás a limar, porque como cronista eres muy buena.
Y sobre el contenido ¿qué tge voy a decir? Es la realidad que tenemos.
Espero que no te moleste mi "crítica"
Y sigue escribiendo.
Claro que no, me encanta, la verdad es que lo que me gusta escribir son cronicas y articulos de opinion, pero este no podia hacerlo de otra manera.
ResponderEliminarGracias guapa.
¡Otro triste y desmoralizante drama que no tendría que haber sucedido!, por supuesto los peores son los protagonizados por conocidos o allegados.
ResponderEliminar¡Lástima de humanidad!, deberíamos avergonzarnos de nosotros mismos. Nos creemos la especie más inteligente del planeta aunque, en realidad, nos hemos convertido en unos seres egoístas e insolidarios. Sólo nos importa el dinero. ¡¡¡¡Cada día estamos más zurumbáticos!!!!.
Esto es una sinrazon que solo se explica por la avaricia de unos cuantos. A ver cuanto aguantamos callaitos.
EliminarUn abrazo primo