Hace poco más de un mes un brutal atentado segó la vida de 11 personas y produjo varios heridos en París.
Desde el preciso momento en que se produjo tan brutal acción, el mundo entero
gritó como una sola voz YO SOY CHARLIE, políticos y presidentes de todos los
gobiernos concurrieron en París a gritar también que ellos eran Charlie para
defender la sagrada libertad de expresión. Sagrada porque es una de las bases
de nuestra cultura occidental y la ponemos por sobre cualquier otra consideración,
como pueda ser el respeto a otras sensibilidades.
Se ha hablado hasta la saciedad de este atentado terrorista ejecutado por dos yihadista que, en nombre de la defensa del
Islam y del honor de su profeta, no dudaron en asesinar a sangre fría a todos
aquellos que consideraban culpables de tan terribles ofensas. Los sujetos de
tanta ira eran los humoristas y personal de la revista satírica Charlie Hebdo que,
edición tras edición, no dudaban en defender su ateísmo ridiculizando a
cualquier religión sobre la faz de la tierra. Y nadie ha dudado en decir que los
asesinos eran TERRORISTAS.
Tal trascendencia ha tenido el acto criminal que incluso los
estados han elaborado pactos contra el terrorismo yihadista, me niego a decir
islamista.
Pues bien, ayer un suceso de la misma calaña fue perpetrado
por un individuo en Chapel Hill, Carolina del Norte. Un tipo armado con una
pistola ajustició con sendos tiros en la nuca a tres jóvenes musulmanes que
paseaban tranquilamente por el campus universitario.
En esta ocasión no solo no ha gritado el mundo entero a voz en cuello que todos son Deah, Yusor y Razan, sino que para enterarme
de tan fatídica noticia lo he hecho a través de amigos y amigas musulmanas que
lo han comentado en Facebook, ni rastro del atentado en ningún noticiario. Tras
buscar en Internet he encontrado alguna pequeña reseña en dos periódicos, y
poco más.
El asesino, un ateo radical perteneciente a un grupo llamado
“Ateos por la igualdad” colgó a finales de enero una imagen en que mostraba orgulloso un
revólver cargado. También hay decenas de mensajes contra el cristianismo, el
mormonismo y el islam. Escribió hace unos días en su muro el siguiente mensaje:
“Dado el enorme daño que hace la religión en el mundo, diría que no solo tengo
el derecho sino el deber de insultarla”.
En ningún sitio he leído que se refieran a este asesino como
a un TERRORISTA, siendo un ateo radical que defiende sus creencias a tiros al
sentirse ofendida su sensibilidad por los signos externos de fe, como puede ser
el hijab que portaban las mujeres asesinadas, señal inequívoca de que pertenecían
a la religión musulmana.
Este asesinato se va a considerar eso, un asesinato sin otras
connotaciones, no se le aplicará a este criminal la terrible ley antiterrorista
que administran con todo rigor en Estados Unidos, ni lo llevaran a
Guantanamo, hasta me atrevo a decir que acabaran considerándolo un enfermo
mental irresponsable de sus actos.
Hoy siento pena por el mundo, porque hoy nadie era Deah,
Yusor ni Razan.
Yo si me he sentido como ellos, yo si he sido hoy Deah y
Yusor y Razan.
Que Allah los acoja en su seno y gocen del paraíso que
merecen los inocentes.
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