En cierta ocasión mi hija me preguntó si yo quería ser
abuela, y yo le contesté que tendría ganas de serlo en función de las ganas que
ella tuviera de ser madre, porque los hijos son responsabilidad absoluta de sus
progenitores.
La vida va siguiendo su curso natural, y hace tres meses
aconteció el nacimiento de mi nietecillo, Nico, que por fortuna ha resultado
ser un niño sano, precioso y con el transcurrir de los días, vamos viendo simpático
y sociable. Yo me siento una afortunada y orgullosa abuela.
Mi hija se plantea sus dudas, es natural, tanto ella como el
niño están viviendo su primera experiencia como madre e hijo, y se pregunta,
como la persona responsable que es, cómo se educa a un hijo, como se soporta el
crecimiento y el alejamiento cuando se siente por ese ser un amor tan grande que le gustaría poder metérselo en un
bolsillo para siempre y así evitarle todo lo malo.Mi respuesta fue que si le evitas lo malo, también le
evitarás lo bueno, y con ello le hurtarás
la posibilidad de experimentar y vivir una existencia plena.
Mi filosofía, y la que trato de explicarle a ella, es que
los hijos no son nuestros, son “suyos” y tienen el derecho a vivir su vida como ellos mismos decidan y que jamás debemos sublimar nuestras
frustraciones y objetivos no cumplidos en sus personas
El deber de los padres y las madres es procurarles las herramientas
para que tengan elementos de juicio, que sepan discernir qué es lo mejor y peor
para ellos y que tengan la posibilidad de hacer aquello que desean sin miedos ni
cortapisas.
Y eso solo se consigue con un trabajo titánico y una
ausencia total de egoísmo. Desde que nacen con sus alas incipientes, nuestra
labor es ir colocando plumas en esas alitas hasta que por fin las tengan de tal
envergadura que les sirvan para surcar el cielo de su existencia con libertad y
valentía.
Esa tarea no es fácil,
se hace día a día, mes a mes, año a año, se va fraguando con el ejemplo, viendo
el trabajo responsable de sus padres y madres, los valores en su entorno, enseñándoles
a trabajar siendo responsables de sus estudios y tareas, no dándoles todo y sin medida porque ellos se
lo merecen sin más, haciéndoles ver el valor de las cosas, haciéndolos esforzarse
para conseguir aquello que desean, enseñándoles el respeto por los demás y por
ellos mismos, negándoles lo que no
corresponda en cada momento, castigándoles cuando sea necesario, haciéndolos amar
la lectura, el cine, aprendiendo idiomas, viajando, propiciando actividades en grupo, al
aire libre, teatro, deportes, música, todo aquello que esté dentro de nuestras
posibilidades, y cuando no las hay utilizando la imaginación, todo, en suma,
lo que les haga crecer como personas y dándoles
paulatinamente libertad, vigilada, la que en cada momento vaya siendo la adecuada.
Y aun así, a veces nuestros esfuerzos y desvelos no llegan a
buen puerto, cualquier momento es bueno para que el camino se tuerza, por eso
los padres y madres debemos tener un ojo en el cogote y leer entre líneas, ver
entre brumas, enderezar sin forzar, hablar, explicar y conseguir con el dialogo
y haciendo pensar a la persona que es nuestro hijo o hija, solo así se consiguen
unas alas fuertes para que emprendan ese gran vuelo que será su vida.
Esta entrada se la dedico a mis dos grandes amores,que ya emprendieron un magnifico vuelo, mi hija
Inma y mi hijo Blas y a mi amorcete gordito, Nico, deseando que consiga unas alas muy fuertes.
Os quiero con toda mi alma.
Magnífico ejemplo de humanidad, de vida, de respeto y de buen sentido, Inma. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Manuel. Un abrazo
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