Hay veces en la vida que te quedas con cara de pasta de
boniato, y este es el caso que a continuación narro.
Pues señor, resulta ser que justo enfrente de mi casa viven
unos vecinos, los pobres no tienen vida propia y se dedican a fisgonear en las
vidas de los que les rodean, denuncian y pelean con todo bicho viviente en 300
metros a la redonda. Sufren un cierto apartheid vecinal, que ellos mismos se
han currado a conciencia.
El caso es que pretendían tener patente de corso sobre el
trozo de calle que da a su puerta con la idea de poder aparcar allí cada vez
que llegaban a su casa. Siendo que allí aparcaba el que primero llegaba, tomaron
la decisión de pedir al ayuntamiento que nadie pudiera aparcar en ese sitio
concreto argumentando que si no era para ellos, no seria para nadie. Lo curioso
del caso es que el concejal competente en la materia, en ese momento creo
recordar que era de IU, entró al trapo y cuando alguien aparcaba en el sitio en
cuestión llamaban a la policía que inmediatamente procedía a sancionar con una
multa al osado conductor que aposentara sus reales en la zona de exclusión decretada
arbitrariamente por el edil amiguete. Posteriormente y en un alarde de
objetividad este concejal cambió los aparcamientos a mi acera, cosa que a mí me
importó un comino y medio.
En cierta ocasión hubo un atrevido que aparcó en territorio
comanche, la policía fue avisada inmediatamente y estaban multando al incauto
cuando apareció por allí otro familiar, se formó la zaragata y al griterío me
asomé a mi balcón, justo enfrente de la zona en cuestión, desde el que vi como
el hijo del “dueño de la calle” asestaba un tremendo puñetazo al familiar que
se quejaba de tan injusta situación. Los policías que estaban en ese momento detrás
de la furgonetilla aparcada en esa
puerta no vieron la agresión, pero yo sí, y en panorámica, podía hacer un
croquis perfecto de la situación de cada actor en la escena, padre, madre,
hijo, policías, vecino, familiar e hijos, con lo cual y como buena ciudadana
fui de testigo de la agresión en el juicio. ¡Mejor me hubiera caído una roca en
la mollera! A partir de ese momento el leit motiv de sus vidas es joderme la mía.
Insultos, fisgoneo,
cotilleo, critiqueo, arañazos en el coche, ruedas pinchadas, incluida denuncia
que interpusieron contra mí, no recuerdo ni el motivo, y que perdieron en
primera, segunda y tercera instancia, lo que hizo que la jueza dictara sentencia
“in voce” condenándoles e instándoles a mantener una buena convivencia vecinal so
pena de ser condenados a pagar costas otra vez y multa en el próximo juicio por
el que denunciaran al cualquier otro vecino infundadamente.
La principal diversión de tan agradable “señor”, ya
jubilado, es estar todo el día pendiente de mis actividades, hasta tal punto que
cuando abro las ventanas de mi salita, que da justo enfrente de su azotea y mi calle es estrechita, el simpaticon en
calzoncillos la mayoría de las veces, si es verano, se pone a fumar y a mirar, en
ocasiones a insultarme si no pasa nadie por la calle. Esto lo tengo filmado.
La ultima e increíble hazaña de este buen hombre ha sido
forzar mi buzón y robarme la correspondencia, y lo sé porque un vecino lo pilló
in fraganti, atravesando la calle, abriendo el buzón y guardándose las cartas.
El vecino me avisó de inmediato y está dispuesto a ir a donde haga falta a
testificar.
El fisgón lleva tiempo intentando tener una buena pelea
conmigo y con mi pareja, de forma que nos increpa a nuestra llegada a casa, nos
espía desde la azotea, no sé si con la intención de autosatisfacerse
posteriormente evocando las imágenes, nos critica en voz alta con cualquiera
que pase por la calle, y como nosotros aplicamos la premisa
aquella de que no hay peor desprecio que no hacer aprecio, ha dado un
paso más y ahora ya nos roba otra parte de nuestras vidas en forma de
correspondencia. ¿Será que le pone vivir la vida de otros?
Yo la verdad es que me río y me dan cierta pena de estas
pobres personas, del tocapelotas y de su pobre mujer, que ante tanto despropósito
no hace más que decir a quien la quiera escuchar que su marido está perdiendo
la cabeza, supongo que con la intención de quitar hierro al asunto en caso de
que haya una denuncia en cualquier momento.
¡La que ha liao el pollito!
Por desgracia yo sufro un acoso parecido o similar, él tío esta todo él día mirando mi casa,se asoma para que lo veamos, llevamos diez años, se nos cayo él muro que nos tapaba y estuvo todo él tiempo enfrente sin ningún remordimiento sin vergüenza ninguna!, hasta que lo reparamos no pudimos ni salir a la terraza, lo mas jodido es que los vecinos cayados como put.... Y lo ven!, así llevamos 10 años!
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