Cada vez está más claro qué tipo de gobierno sufrimos en España,
la Dictocracia enseña ya, no la patita por debajo de la puerta, enseña su fea cara sin ningún tipo de pudor.
Que nos han engañado con la campaña electoral es una verdad
palmaria, que han perdido gran cantidad del apoyo electoral que les concedió la
mayoría absoluta, también lo es, y en vista de que están por debajo de los
limites recomendables, electoralmente hablando, de aceptación ciudadana, han decidido hacer caso
a las exigencias del Foro español de la familia, a Monseñor Rouco y a la Conferencia Episcopal y
van a remodelar muy a la baja la Ley del aborto, retrotrayéndonos aunque con
algunas limitaciones más a la ley de 1985.
A partir de octubre decidirán unos expertos, en lugar de nosotras,
si abortamos o no, así de tranquilamente se plantea el señor Ministro de Justicia
el asunto, un asunto tan importante y doloroso para cualquier mujer.
Tiene en cartera el señor ministro eliminar de la ley el Título II, artículos 13 y 14, donde se concreta la despenalización de la
práctica del aborto inducido durante las primeras 14 semanas del embarazo. Durante
este tiempo, la mujer podrá tomar una decisión libre e informada sobre la
interrupción de su embarazo. No habrá intervención de terceros en la decisión.
Con esta decisión condenan a las mujeres a traer al mundo criaturas no deseadas,
o que les sería imposible mantener, obligándolas a darlas en adopción.
También ha expresado su intención de modificar
sustancialmente el artículo 15 de la ley
que señala que el plazo de posibilidad de interrupción voluntaria del embarazo
aumenta hasta la semana 22 en casos de «graves riesgos para la vida o la salud
de la madre o el feto», en este caso se ceñirá a los informes de un comité de especialistas que así determinen si procede o
no la práctica de la interrupción de la gestación.
A partir de la vigésima segunda semana, solo podrá
interrumpirse el embarazo en dos supuestos: que «se detecten anomalías en el
feto incompatibles con la vida» o que «se detecte en el feto una enfermedad
extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico y así lo
confirme un comité clínico.
También está contemplada la interrupción del embarazo en
caso de violación si se hubiera denunciado y demostrado dicho extremo.
Con esta nueva ley del aborto se podrá abortar por tanto en
caso demostrado de violación, en caso de enfermedad grave de la madre que ponga
en compromiso real su vida, y en caso de una malformación tan catastrófica del
feto que lo haría incompatible con la vida.
Habrá que agradecer al señor ministro que no nos condene a
llevar a término la gestación de un feto que morirá en las primeras horas, o
que nos deje vivir en caso de peligro de muerte si llegásemos a la hora del
parto.
Por mi trabajo veo cada día enfermedades genéticas incurables
que obligan a someter a los niños a prácticas terribles para mantenerlos con
vida, unas vidas condenadas a ser vividas en su mayoría en los hospitales,
vidas de sufrimiento, de incertidumbre, de dolor físico y psíquico, las más de
las veces sufrimientos y esfuerzos estériles.
Otras veces son enfermedades que conllevan graves malformaciones
físicas o que interesen al buen desarrollo intelectual.
Las vidas a las que se condena a los padres no es mejor,
porque nada más doloroso que ver sufrir a tú hijo o hija un día tras otro,
pinchazos, inmovilización, ingresos repetitivos en la UCI cuando las cosas se ponen graves,
pasar la vida en el hospital, intervenciones y medicaciones agresivas, con la
incertidumbre, el sufrimiento y el gran dolor psíquico que conlleva vivir estas
situaciones, tampoco es muy halagüeño para los progenitores ver a sus hijos con
deficiencias intelectuales que les impiden llevar adelante una vida mínimamente
independiente y productiva, vidas condenadas en definitiva.
Y es que condenar a los demás a sufrir semejantes
situaciones debe ser muy cómodo, otra cosa seria verse ellos implícitos en el
dilema.
Si alguna mujer decide de todas formas interrumpir su
embarazo, porque no desee ser madre o porque no quiera ver sufrir a un hijo o
hija, ira a la cárcel ella y quien le haya practicado el aborto.
Se olvida el señor ministro que aquella mujer que haya
decidido abortar lo hará, por un medio o por otro, irá si tiene medios a un país
donde sea legal hacerlo, o irá a la curandera de turno a poner su vida en
juego, pero irá.
Por esta misma regla de tres, ya mismo están metiéndole mano
a la ley de matrimonio homosexual, que
nunca se ha visto juntar peras con peras, que no nos enteramos que son peras
con manzanas, como toda la vida de Dios ha sido, que lo demás es mariconeo y
tortillerio.
Una pena que cuando nació el señor ministro no existiera la
ley del aborto, con semejante discapacidad mental e incapacidad emocional habría
sido sujeto indiscutible de interrupción de embarazo, y eso que nos habríamos
evitado.
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