Hace dos días publique aquí en mi blog una entrada sobre una
tragedia y un milagro, una vez solventado el problema de esa familia que se
encontraba literalmente en la calle, una vez ubicados en su nueva residencia, con
todas sus necesidades cubiertas y habiéndoles quitado el peso del mundo sobre
sus hombros, llega la hora de los análisis.
Estamos en un país donde la clase política no tiene ni un átomo
de vergüenza, ni a nivel nacional, ni a nivel autonómico, es impresentable,
indeseable, insoportable e inadmisible que ninguna familia, ninguna persona, ningún
niño se vean en situaciones tan precarias y desesperadas como las que narré en
mi anterior entrada.
A las administraciones locales las han dejado en cruz y en cuadro
con las políticas de recortes y la nueva ley, unos-el
gobierno de la nación- las vocean a los cuatro vientos y otros-el gobierno autonómico-
las efectúan de tapadillo, los primeros por agradar a sus socios europeos, los
segundos por vender lo que no son, pero la cruda realidad es que el pueblo
llano es quien sufre las consecuencias, se habla de suicidios por la crisis,
pero no son suicidios, son asesinatos pura y simplemente, porque cuando a las
personas no les dejan otra salida, las obligan a tomar esas duras decisiones.
Están saliendo como setas en otoño acciones solidarias que
se dedican a poyar y ayudar a todos estos seres humanos en situaciones francamente
desesperadas, comedores sociales, supermercados sociales, asociaciones sin ánimo
de lucro, y todas ellas asumen y resuelven sobre la base de la solidaridad
ciudadana, un rol que le pertenece por ley a los gobiernos, LA CONSTITUCIÓN
ESPAÑOLA, de la que los nos dotamos hace
ya más tres décadas, reconoce a los ciudadanos una serie de derechos que se están conculcando desvergonzadamente de
forma habitual por unos y por otros.
No hay vergüenza política en este país, no la hay cuando
cuatro niños inocentes tengan durante un solo minuto la angustia de no saber cuál
es su destino, no la hay cuando unos padres no tienen un techo para ellos, cuando
no saben qué ni cuándo van a poder comer, no la hay cuando una familia tenga
que acudir a las asociaciones para subsistir, lo único que hay es avaricia sin
medida y una falta de sensibilidad social enorme de parte de esa clase
privilegiada que son “los chorizos”, para los que sigue habiendo pan, a manos
llenas.
Cuando todos seamos conscientes de la realidad de muchas
personas de nuestro país, cuando nos demos cuenta de que somos muchos, cuando sintamos
que unidos podemos, entonces será el momento de hacérselo saber dónde más les
duele- porque las manifestaciones se ve que no les hacen mella- en las urnas, allí,
cuando nadie vayamos a darles nuestro beneplácito a ninguno, porque ninguno lo
merece, porque utilizan nuestro voto de manera torticera, entonces, cuando vean
que los ciudadanos los despreciamos pública y notoriamente, cuando vean que
no están respaldados por el pueblo al que están haciendo sufrir, cuando vean
que peligra su “status quo” que tan rentable les resulta, cuando sufran la vergüenza
internacional de verse repudiados por los ciudadanos, entonces y solo entonces
empezaremos a recuperar la dignidad y el poder del pueblo.
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