El tiempo huye, irreparablemente huye.
Esta es una afirmación mundialmente conocida del poeta latino Virgilio incluida en un verso de las
Geórgicas (70 a.C.- 19 a.C.) (Georgicae,
III, 284,) que entre otras cosas dice:
“Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus”
(Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo).
Reflexión que trae consigo
emparejada en las mentes humanas más pragmáticas y realistas esta conclusión absolutamente
consecuente del poeta latino Horacio:
Carpe Diem
(Aprovecha el momento).
En buena lógica, si
tempus fugit, carpe diem; es decir, si el tiempo vuela, aprovechemos la
ocasión. Esta sería la teoría sobre el papel propugnada por estos magistrales poetas latinos
cuya filosofía no es precisamente vana ni desdeñable.
Por desgracia estas palabras que son verdaderas joyas en el
planteamiento de lo que debería de ser la vida, están muy manidas, tan manidas
que han perdido su significado, su esencia, de forma que no dejan ya de ser
dichos populares, textos de tatuajes, cantinelas vacías aplicadas a situaciones
poco deseables.
Y es que el tiempo es como un gran premio del que no sabemos
la cuantía, todos-en la juventud- pensamos que lo tenemos en cantidades
inagotables, craso error porque absolutamente todos sin excepción tenemos fecha
de caducidad, aquellos días interminables de la infancia se van convirtiendo paulatinamente
para la juventud en jornadas agotadoras
para unos, improductivas para otros, pero de duración intermedia en ambos casos,
y pasado ya el ecuador de la vida el tiempo se torna un suspiro, una bruma incorpórea
que se esfuma irreparablemente entre nuestros días y nuestras noches.
Esto no quiere decir que cualquier tiempo pasado fuera
mejor, antes al contrario, indica que cada tiempo tiene su valor, su encanto,
su aprovechamiento y que es un desperdicio dejar de hacer, de disfrutar, de
proyectar las cosas que deseamos hasta el último de los días que nos ha sido dado
existir.
Aunque, ¿quién no se deja mecer por la melancolía de tiempos
pasados, no por efímeros menos maravillosos?
Cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor, pero la
memoria tiene la virtud de guardar como tesoros momentos inolvidables que
huyeron como el tiempo.
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