Lo esperaba, no es raro recibir críticas a mi entrada
anterior por parte de compañeros de partido, porque yo soy socialista
militante, y no me avergüenzo de ello, pero considero que ser militante de un
partido no es en modo alguno ser incondicional, una persona es de un partido
por compartir filosofías y visiones políticas, cuando ese partido se va
apartando de su ideario primigenio, y conste que no digo quedarse anclado en el pasado- porque como decía Unamuno la disyuntiva es renovarse o morir- debe criticarlo donde se lo permitan, si se lo permiten dentro, pues dentro, y si no es así, pues fuera, que una
cosa es renovarse e ir con los signos de los tiempos en que vivimos, y otra es
renunciar a principios básicos que se deben considerar irrenunciables para que
ese partido siga siendo lo que fue en su fundación.
La primera es la DEMOCRACIA, la interna también es
importante, más si cabe que la externa, porque cuando no la hay en el interior,
mal la habrá en el exterior, entonces si como militante veo que esa democracia
no la hay, tengo que decirlo, y digo y mantengo que yo al menos no la veo, ¿qué
las cosas se hacen con arreglo a estatutos?, claro que sí, pero todo el que
conozca una organización de este tipo por dentro, sabrá que los estatutos son
utilizables de manera clara y también de manera sesgada, y quien mejor los
conoce, mejor sabrá arrimar el ascua a su sardina.
Ser militante de un partido no es pertenecer a una secta, es
ser critico/a con aquello que vemos que no se ajusta a lo que defendemos, a lo
que defiende el partido en su filosofía, no es callarse y asumir, es luchar por cambiar aquello que se desvía de nuestros principios.
Si un líder del partido en que militamos lo hace mal, hay
que reconocerlo y criticarlo, negando la mayor flaco favor hacemos a la organización,
porque los ciudadanos ven, oyen y piensan, y actúan en consecuencia, y para muestra
las últimas elecciones, el descalabro estaba cantado, pero en vez de actuar de
conformidad con los resultados, ahí sigue a la cabeza uno de los artífices del
desastre, un hombre que apoyo a quien nos mintió respecto de la crisis y de la situación
de la banca española, un hombre que pacto de tapadillo, deprisa y corriendo una
reforma constitucional que daba prioridad al pago de la deuda antes que a la
justicia social, las elecciones se perdieron porque los militantes y
simpatizantes castigaron al partido socialista.
Andalucía, comunidad socialista históricamente, poco hace
para paliar las circunstancias de tantos
andaluces en situación desesperada, hay diferencias con otras comunidades de
otros signos, las hay, pero cada vez son menos, y las políticas cada vez más
parecidas a las que hay en todo el país de mayoría popular.
El error de los políticos, de los políticos que legislan,
los políticos de la alta política, es vivir en su burbuja, su mundo, con sus buenos sueldos, sus buenos coches, sus
restaurantes de lujo, sus viajes en clase bussines, sus hijos en colegios
privados bilingües, sus ropas de marca, sus casas, sí, casas en plural, en
urbanizaciones de lujo o barrios burgueses, sus casas en la playa, algunos
hasta en la sierra, sus patrimonios escandalosos, su entorno que los aísla del resto del mundo,
su cohorte de pelotas esperando un lugar en las listas, ¡ay! esas listas
cerradas e inaccesibles para los respondones, la política, la alta política esta
corrompida, vendida, cautiva de sus intereses, esclava de sus servidumbres.
No me cabe duda de que hay políticos decentes, los hay, que
trabajan por sus pueblos, que se parten el alma, algunos hasta sin cobrar un
sueldo, pero aquellos de los que depende el destino del país, esos son otra
clase, chorizos insensibles, charlatanes de feria, vendedores de aire, y
negarlo es querer tapar la luna con un dedo.
La POLÍTICA es un SERVICIO PÚBLICO, los políticos electos deben
estar al servicio del pueblo, oír sus necesidades y legislar en consonancia con
ellas, todo lo demás, son brindis al sol.