miércoles, 17 de julio de 2013

ANTES MORIR QUE PERDER LA VIDA



La capacidad de sorpresa y aguante de esta nuestra sufrida España no tiene comparación con ningún otro país conocido de las democracias occidentales.

Sufrimos una monarquía en la que el tufillo a corrupción se va extendiendo una vez que se ha roto la represa de contención que se había impuesto a los medios de comunicación, había un pacto no escrito a cerca de lo que se podía y no se podía contar de la regia casa.

Sufrimos una oposición política al gobierno, que es de risa, andan los variados partidos metidos en sus luchas intestinas, en un quítate tú para que me ponga yo, en  un rifi rafe contra el país, contra ellos mismos, contra los de al lado, un infinito “y tú más” que nos tiene ya asqueados del nauseabundo olor a descomposición.

Sufrimos un gobierno ¿presuntamente? corrupto cuyo hedor a putrefacción ha traspasado ya las fronteras patrias  por los cuatro puntos cardinales.

Con una Casa Real donde el cabeza de troupe se pega una vida de escándalo, si de escándalo, matando animalitos en África, y de camino matando el tiempo con la última de turno, la última de una larga serie de aventuras extraconyugales, con cuentas ocultas en Suiza, presuntamente, esas que le legó su padre y de las que al parecer ha rendido las cuentas del Gran Capitán a la hacienda pública, con sus negocios privados allá por el medio oriente exótico, y si el cabeza anda así, no digamos ya los adláteres, haciendo mangas de capirotes, llevándoselo lindamente a costa de los de siempre.

Con un PSOE  como la máxima representación de la oposición en un sistema bipartidista,   en franca decadencia, más centrado en sus órganos internos, sus ejecutivas, sus comités, sus congresos y sus primarias, palabra que viene como todos sabemos de primo, de tonto, de pagafantas, que es por lo que nos han tomado a las bases, que en los problemas tan serios que abaten a los españoles.

Con otros partidos minoritarios preocupados en ver que parcela de poder pueden acaparar, que estrategia populista pueden inventarse para llevarse unos votos al coleto.

Y con un gobierno que es un puro desgobierno, anda el ejecutivo como pollo sin cabeza dándose trompazos con leyes y decretos que hoy son así y mañana asá, donde dije digo, digo diego y aquí paz y después gloria.

 Y con un escandalazo pisándole los talones que ríete tú del wátergate.

Y a todo esto el cabeza de lista, Don Mariano, el hombre del plasma, que más que un presidente es un ectoplasma, porque no da la cara, no habla, no sabe, no contesta, no sabemos si va o si viene, si sube o si baja, si dice verdad o dice mentira, Don PlasMariano, el moderno DON TANCREDO, con el toro de Bárcenas empitonándole el mismo centro neurálgico de su formación, negando la mayor y con un cumulo de satélites enloquecidos haciéndonos ver lo blanco negro o lo negro blanco,  según convenga al momento procesal.

Y con un país contrito,  desesperanzado, convencido a fuerza de oírlo en el guirigay mediático, de ser el único culpable de la catástrofe económica, por haber vivido por encima de nuestras posibilidades, que hay que joderse con el planteamiento, pero claro, como cualquier ser maltratado acaban convenciéndonos de lo malos y derrochones que somos.

Dice un amigo mío parafraseando a   Martin Luther King que aun en la peor de las situaciones, con el fin del mundo a la vuelta de dos dia, el plantaría su manzano, yo me sumo a esa filosofía, porque confío en que aún queda algo que hacer.

Aunque Rajoy prefiera morir que perder la vida, el toro de Bárcenas ya lo ha herido de muerte, se ha ido a las tablas, pero al final caerá redondo, y si no, tiempo al tiempo.




martes, 9 de julio de 2013

SOBRE EL RAMADÁN



En occidente se sabe que existe el Ramadán en el mundo musulmán, pero  se tienen poca información que no sea que ese mes los musulmanes ayunan, hay quien cree que están un mes sin comer y beber, lo cual no deja de ser además de absurdo, increíble.

A mí me apasiona el mundo árabe, musulmán por excelencia, y siempre he intentado aprender y comprender sus creencias y sus tradiciones, por eso en esta entrada intentare explicar en qué consiste el Ramadán.

 El calendario islámico es lunar. Los meses comienzan cuando es visible el primer cuarto creciente después de la luna nueva, es decir, un par de días después de ésta. El año en el calendario lunar es 11 días más corto que en el calendario solar, por lo que las fechas del calendario musulmán no coinciden todos los años con las fechas del calendario gregoriano, de uso occidental, dando la impresión de que el año musulmán se desplaza sobre el año cristiano, por eso el Ramadán no tiene fecha fija, es el octavo mes del calendario islámico y se señala su comienzo escudriñando el cielo hasta percibir el primer creciente después de la luna nueva, por este motivo cada año el mes del ayuno  es 11 días más temprano que el año  anterior.

La religión musulmana se asienta sobre cinco pilares básicos, que son los siguientes: creer que no hay más Dios que Allah y que Mohamed (Mahoma para los occidentales) es su profeta, rezar cinco veces al día mirando en dirección a la meca, dar limosna, llamada zacat, hacer el Ramadán y viajar una vez en la vida, si es posible, a la Meca.

El Ramadán pues es una de las cinco obligaciones de todo buen musulmán, una vez constatado su comienzo es obligatorio ayunar durante las horas del día, pero el ayuno no solo consiste en  no comer, tampoco se puede beber nada, ni agua, no se puede fumar, ni acicalarse con pinturas o perfumes, ni tener sexo, ni hablar mal de los demás, ni ser descortés, hay una larga lista de cosas que no se deben hacer para llevar a cabo un buen Ramadán.

Haciendo comparaciones, que son odiosas pero no se otra forma de trasladar la idea, el Ramadán es al mundo musulmán lo que la Navidad es para el cristiano, igual que hay cristianos que celebran esta festividad por pura tradición que no por creencias, pasa con el musulmán, muchísimas personas no conocen el Corán ni saben muy bien porque hacen el ayuno, no deja de ser una costumbre cultural y que se hace además por cierta presión social, ya que está muy mal visto no hacer el ayuno, por tanto el Ramadán es una festividad en general para creyentes y para quienes lo hacen por tradición.

Una vez conocido esto, saber que el Ramadán es una festividad que dura un mes, vivirlo en el seno de una familia musulmana es una experiencia de lo más gratificante y divertido, yo lo he vivido en varias ocasiones y me ha encantado.

En el mes de ayuno la vida se ralentiza, todo es más lento, se duerme más durante el día, las ciudades y pueblos están como adormecidas en las horas de sol, se intenta pasar el tiempo lo más entretenido posible, los hombres juegan al futbol, corren, hacen deporte, lo que sea con tal de pasar las horas anteriores a la de la comida sin pensar en el hambre que tienen, un rato antes de la comida van de tiendas a comprar de todo lo que ven y que les gustaría comerse, compran para un ejército, es algo curiosísimo.

La mujeres horas antes de la ruptura del ayuno se afanan en las cocinas preparando el “ftor” o sea, el desayuno, preparan de todo, pan de la casa, café, té, harira, que es una sopa altamente energética y deliciosa, dátiles, sfuf, que consiste en azúcar molida con frutos secos muy energético también, zumos variados, huevos duros que se comen aderezados con sal  y comino, bagrer o tortitas de sémola, chebarquia que son unos dulces parecidos a los pestiños y cualquier cosa que les apetezca, las mesas son un festin de colores, olores y sabores, pero es de notar que después de estar todo el dia con la barriga vacia es imposible comer ni la décima parte de lo que hay en la mesa.

Así que una vez que se pone el sol y el Imam llama al rezo de la tarde desde las mezquitas, es hora de romper el ayuno, se hace con un sorbito de agua y un dátil y luego ya cada cual se sirve a su gusto, un café con una tortita, harira con chebarquia, unas cucharaditas de sfuf y un zumo, una mezcolanza impensable cualquier dia del año.

El ambiente es de lo más festivo y familiar, toda la familia alrededor de la mesa con buen humor y muchas risas.

Una vez que se ha “desayunado” cada cual a su bola, los hombres a la mezquita y a jugar al parchís con los amigos, las mujeres recogiendo las mesas y de visita a casa de las vecinas o amigas.

Pero al ratito ya estamos otra vez con la mesa puesta, toca la comida fuerte, un buen Tajín, o espaguetis, o pollo, un plato fuerte y postre, fruta en general.

No, no se ha acabado, al rato estamos ya con el té y los dulces, y ya té durante toda la noche hasta la hora de dormir, que hay quien duerme  a las dos o las tres,  y hay quien permanece despierto hasta el amanecer.

Y no, aun no acabamos de comer, antes del amanecer hay que comer otra vez, aun si estas durmiendo te tienes que despertar para hacer la última comida, normalmente un yogurt y agua, algo ligero.

A estas alturas los fumadores se han fumado ya un cartón de tabaco, los casados ya han hecho uso de sus atenciones maritales y se han duchado antes del amanecer para levantarse purificados, se ha reído, jugado al parchís, contado chistes, hablado hasta el cansancio de las lenguas, y divertido de lo lindo.

Vivir el Ramadán en una familia musulmana es una experiencia digna de ser disfrutada, a mí me ha encantado cada vez que he tenido el honor y la suerte de poder compartirla con personas tan acogedoras y amables como los musulmanes.

Os lo recomiendo.

PS:
Me pide mi amiga Mariam que aclare un concepto importante, el Ramadán además de una festividad, para los auténticos creyentes es más que el ayuno, es una forma de saber apreciar lo que tenemos, saber en propia carne lo que es al hambre, purificar el cuerpo y el alma, tener la oportunidad de pedir perdón y perdonar,  hacerse el propósito de ser mejores, en suma es una ocasión para reflexionar sobre el año pasado y la oportunidad de corregir errores y ser mejores.