martes, 16 de abril de 2019

¿CAMPAÑA O CIRCO?



Estamos ya en plena campaña electoral y sería de esperar, sería lo normal, que los grupos, partidos y coaliciones estuvieran presentando sus programas. La ciudadanía queremos saber que proponen los que van a gobernarnos durante los próximos cuatro años.

Queremos saber las políticas sociales y económicas que van a defender nuestros futuros gobernantes. Conocer que piensan hacer sobre asuntos que nos preocupan como sociedad, por ejemplo las pensiones, el salario mínimo, la brecha salarial, la dependencia, la igualdad, la violencia de género, la pobreza energética, la prostitución, la sanidad, la eutanasia, la maternidad subrogada, las jubilaciones, la educación, la inmigración, el paro, los impuestos, la edad de jubilación, la corrupción etc.  podría estar hasta mañana escribiendo asuntos y propuestas, pues son muchas y diversas las carencias que padecemos en este país.

¡Pues no señoras y señores! Nada de eso. La precampaña y la campaña se han instalado en la más soberana estupidez. Aquí estamos de memes, gilipolleces, barbaridades y fake news (y no tan fake como el asunto de la rebaja del salario mínimo, jajajja)  hasta más arriba del moño.

Entre el soberanismo catalán, las víctimas de ETA y otras víctimas, el vergonzoso desconocimiento de la realidad legal y social de algunos candidatos, el posicionamiento preconstitucional y cavernario de otros, y la poca vergüenza de los de la moto, esto es más un circo que una campaña.

Yo soy militante y votante del PSOE y ya sé, porque está escrito, publicado y a disposición de quien quiera informarse, el programa que voy a votar. Todas las medidas que van a tomar, y de donde va a salir el presupuesto para aplicar cualquiera de ellas. Con algunas no estoy totalmente de acuerdo, pero son políticas progresistas, donde el bienestar social y en consecuencia la redistribución de la riqueza son las patas donde se asientan todas las acciones de gobierno, así como la defensa de la Constitución y la unidad del territorio nacional.

Como buena amante de la política sigo a los demás partidos y me quedo muerta con sus proposiciones y sus mítines y declaraciones. Básicamente les va muy bien con que haya independentismo, el trifachito se relía en la bandera y tiran millas, no hay más Dios ni más Santa María que  Puichdmones, Torras y 155 y el Falcon, todo lo demás son inventos y estupideces.

Unos que niegan su mayor lacra, la corrupción, de tal manera que su partido ha sido considerado por la justicia como una organización criminal. Otros que prometen acabar con la corrupción y son denunciados por varios pucherazos, alguno ya constatado, en sus primarias y colocando al primo de la novia del líder de cabeza de lista en una circunscripción. De los otros ya ni hablo desde que defendieron el uso general de las armas por los “ciudadanos de bien”, negaron la violencia machista, y quieren devolver al armario la diversidad sexual.

Todo esto lo comparo yo con ese individuo que se las da de intelectual siendo un zote, pobrecito, que critica a fulano por ingenioso, denotando su total falta de ingenio, a mengano por oler mal cuando él mismo se cambia de ropa de estación en estación, a perengano por cobarde cuando él sale por patas al ver cerca cualquier cosa que le huela a peligro, o a perengana por su físico cuando, él ha estado casado con una mujer muy similar a la que critica.

Señoras y señores, esto es la realidad, esa que supera a la ficción.

¡Pasen y vean el circo de tres pistas!

viernes, 5 de abril de 2019

¡LA INCOMPETENCIA SUPINA! (UNA HISTORIA HIPOTÉTICA)

 En aquel cotolengo hipotético mandaban los más ineptos, negligentes, incompetentes y negados, a la vez eran los más pelotas, trepas, chupaculos y mandingos. Esta mezcla era explosiva, y cuando tenían una ocurrencia, siempre encaminada a contentar a los mandingos mayores (nunca era motivada por el bien común) lo hacían de forma irreflexiva y sin la más mínima planificación que asegurara el éxito de la ejecución de la ocurrencia de turno.

En este cotolengo hipotético cada planta tenía a su personal  entrenado para tratar a cada especialidad, porque los profesionales que solían ser en principio multitareas, cuando eran ubicados en un sitio recibían un especial entrenamiento en las materias específicas de aquella planta, de manera que siendo todos pertenecientes a la misma profesión, con la práctica  se “especializaban” cada cual en las labores que eran su quehacer diario.

Para que se entienda mejor propongo una hipótesis, descabellada por lo impensable de que esto ocurriera en la realidad. Pongamos que en aquel cotolengo hubiera distintas especialidades, pongamos que hubiera por ejemplo un servicio de oncología infantil donde los niños eran tratados de sus distintos tipos de cáncer, y pongamos que algunos de estos niños sufrieran serias complicaciones derivadas de los efectos negativos de los agresivos tratamientos que se aplicaban para tratar de curar esa terrible dolencia, las complicaciones serian tan graves que potencialmente podrían poner en riesgo su vida.

Vamos a seguir  suponiendo.  Estos niños necesitarían de una atención muy especializada por parte del personal, este debería saber manejar los aparatos, medicaciones, interacciones de medicamentos,  manejo de los cuadros febriles y saber sobre todo interpretar cualquier signo que presentara el niño tratado, cosa que se  conseguía a base de experiencia, ya que como hemos dicho el personal en un principio era multitarea, sabían todas las técnicas genéricas pero no las especiales, y el conocimiento especifico les llegaba a través de la práctica, es decir, trabajando codo con codo con otros que ya habían aprendido y a su vez enseñaban a los recién llegados.

Los padres de estos niños ingresados en esa planta de este hipotético cotolengo  sabían y conocían,  a base de sufrirlo en las carnes de sus hijos, todas las técnicas y maneras de aplicar los cuidados y tratamientos, y tenían un ojo de halcón para ver la seguridad de los profesionales a la hora de hacer su trabajo, cosa muy natural ya que la vida de sus hijos estaba en sus manos.

Imaginemos que los ineptos que mandan en el hipotético cotolengo deciden, por un equis motivo, trasladar a los niños más complicados a otra planta de otra especialidad, donde el personal no tiene ni pajolera idea de cómo tratar a estos niños (sí, ya sé que es impensable algo así y que hay que hacer un ejercicio de imaginación extraordinario) Sigamos imaginando que los mandamases pasan del dicho, planificado la medida en sus tranquilos despachos, al hecho. Y lo hacen sin brindarle la oportuna formación al personal de la planta que va a recibir a estos pacientes y sin reforzar con más personal a esa planta receptora ya que la carga de trabajo aumenta de manera significativa. Imaginad la carajera, el miedo a meter la pata, la inseguridad, e imaginad a esos padres “ojo de halcón” que se percatan de lo que hay y montan en cólera, más que nada debido al propio miedo de que sea su hijo quien sufra las consecuencias de esta falta de previsión tan irresponsable. Con estos padres ojo avizor la inseguridad del personal se multiplica y el lío es mayúsculo.

Padres y madres quejándose, profesionales sufriendo crisis de angustia, supervisores superados por la presión de unos y otros y los mandamases en su mundo de papel, planificando e ignorando lo que pasa en el mundo real y negando la evidencia.

Estos ineptos cuando las cosas se ponen muy feas hacen lo que tienen por costumbre, buscan a una cabeza de turco y se la cortan, y con esta medida tratan de traspasar su irresponsabilidad al primer profesional que cogen por banda ¡Y a otra cosa mariposa!  ¡A por la siguiente ocurrencia! A programar con vista a la productividad y el ahorro, a los enfermos y a los profesionales que les den dos duros.

¿Que hubiera hecho yo, hipotéticamente hablando? Habría hablado con los padres y los enfermos, en el caso de que estos tuviesen la capacidad de comprender, y les habría explicado que habría un cambio de ubicación, pero que en ningún caso eso supondría una detrimento en su calidad de asistencia, habría reforzado con más personal ese servicio, habría reciclado al personal y puesto al día en tecnicas de manejo de estas patologías de manera que no hubiera supuesto una situación angustiosa ni para familiares, ni para pacientes, ni para profesionales ¡Pero claro, eso habría sido hacer las cosas como se deben hacer! Y eso no es lo que prima para los mandamases ineptos.

En fin, esto no deja de ser una hipotética situación salida de mi calenturienta imaginación, porque de ser verdad sería para cortar alguna cabeza ¿O no?

¿Tú que piensas?