viernes, 14 de marzo de 2014

TECNOCRATAS




Me he despertado esta mañana con la intención de escribir sobre algo que me preocupa y que, por cierto, nos debería de preocupar a todos. No he podido hacerlo en todo el dia, pero no me acuesto sin llevarlo a cabo.

He aquí mi reflexión.

Las personas que se dedican a la política lo deben hacer por sentir la  vocación de ser servidores públicos. La esencia de ser del político es esa. Conocer las necesidades de los ciudadanos, de la sociedad, y actuar en consecuencia.

En cada nivel que corresponda, el político tiene como obligación principal, única diría yo, trabajar para mejorar las condiciones de vida del país.

De los políticos de derechas diré poco. Salvo honrosas excepciones, su motivación es ayudar a las grandes fortunas, a la banca, y a la patronal a abaratar los costes para obtener pingües beneficios a costa de lo que sea. Otro motivo, y no menos importante, enriquecerse mucho y pronto, y por último, adoctrinarnos y convertirnos en meapilas beatos tanto si queremos como si no.

Esto no es una apreciación subjetiva. Para constatar la certeza de lo que afirmo, basta un paseo por las hemerotecas, los juzgados o el BOE.

Los que me preocupan son los políticos de izquierdas. Esos a los que, como el valor en la mili, se les supone la conciencia de clase, la solidaridad, la empatía con los problemas de los ciudadanos, la humanidad y el buscar una sociedad del bienestar para todos.

La redistribución de la riqueza y la búsqueda de la justicia social, es la piedra angular en la que deben basarse esta clase de políticos. Los de izquierdas.

Desgraciadamente cada vez vemos con más asiduidad gobiernos formados por tecnócratas exentos de toda ideología. No es eso lo que queremos los ciudadanos cuando votamos a tal o cual candidatura. El político no debe en modo alguno ser un técnico, para eso, existe en la administración pública una auténtica pléyade de ellos.

Si quisiéramos ser gobernados por ejecutores asépticos de normas, bien nos podríamos evitar los procesos electorales, las campañas y toda la sarta de buenos propósitos que nos largan cuando quieren nuestro voto. De camino nos ahorraríamos una pasta, que a todos nos cuesta un buen puñado de euros cada cuatro años.

El político, el de izquierdas digo, debe ser un individuo comprometido, buscar soluciones a los problemas y conseguir compaginar la legalidad con el servicio. Dice un refrán, que quien hizo la ley, hizo la trampa. Gran verdad esa. Para una ley o una norma, siempre hay una salida airosa y que beneficie al más débil. El caso es querer buscarla. Para eso precisamente están los técnicos, para buscar y ofrecer al político todas las posibilidades. Para eso elegimos al político, para que con todas ellas en la mano, utilice la imaginación y de soluciones positivas.

Ya están tardando en Andalucía, comunidad muy de izquierdas-teóricamente- en implantar un salario social equivalente al mínimo, y con ello sacar de la exclusión social a tan alto número de personas que aquí se encuentran en esa situación.

Para la ristra de tecnócratas que tenemos en los gobiernos, central, autonómico y local, más nos convendría tener un ordenador potente con un buen programa que incluyera las leyes y normas. A cada problema, una consulta,  y a cada consulta una solución sin ninguna clase de compromiso.

Así nos habríamos ahorrado la cantidad de dinero expoliado de las arcas públicas. Sumando Gürtel, Brugal, ERE´S, Palau, Cajas de ahorros, Palma Arena, Noos y la larguísima lista de casos de choriceo, podría haber un salario social digno para los parados durante al menos cinco años.

Concluyo con que, está bien que los políticos tengan formación. Si es superior, miel sobre hojuelas, pero toda esa formación es agua de borrajas cuando el político lee la norma, la aplica y no se compromete.

Lo dicho, para este viaje no hacen falta alforjas. Un buen ordenador y a vivir como autómatas.

sábado, 1 de marzo de 2014

NO SEAMOS HIPÓCRITAS





Sé bien que el tema sobre el que escribo, será criticado, lo exponga como lo exponga, pero el cuerpo me pide una racion de sinceridad.

Ha muerto Paco de Lucia, genial guitarrista y según dicen, los que lo conocieron, gran persona. Aunque sobre su bondad poco puedo opinar, nunca lo conocí. Mi conocimiento no vas más allá de haber oído su música y haberlo visto en alguna que otra actuación. Estoy de acuerdo en que era un auténtico maestro, innovador y  único.

Cualquier muerte es un dolor para los allegados del difunto, si el fallecido es además un insigne ciudadano, la pena se multiplica exponencialmente en función de la fama del desaparecido.

He recibido en mi muro de Facebook, de parte de mis casi mil amigos, un verdadero aluvión de entradas referentes al dolor por la muerte de este superdotado de la guitarra. Reconozco el mérito del artista y comparto la desazón que estas noticias provocan en el ánimo de cualquier persona mínimamente sensible a las desgracias ajenas.

Sin embargo, solo he recibido notificaciones de un paupérrimo diez por ciento de mis amigos respecto a las muertes de los inmigrantes en las playas de Ceuta, menos aún sobre la torpe manipulación institucional de tan fatídicos hechos. Muertes que por cierto, no son anecdóticas,  sino la regla general para estas personas que deciden emprender tan peligrosa aventura en pos de sus sueños, muchos mueren en el intento de salir de la penuria, las guerras y la esclavitud.

La conclusión a la que llego es que estamos en una sociedad hipócrita, ciega, sorda y muda a los desmanes económicos y políticos mundiales.

Para que vivamos como vivimos, para que oigamos y veamos  a Paco de Lucia en nuestros IPod, IPad,
Tablet, teléfonos de última generación, ordenadores y demás tecnología, muchos seres humanos son explotados y esclavizados,  personas que malviven y malmueren para mayor comodidad y beneficio de los privilegiados primermundistas, nosotros.

Para que comamos, y vistamos, y viajemos, y tengamos casas y muebles y todo tipo de artículos consumistas, un setenta por ciento de la población mundial pasa hambre, sed, enfermedades y viven con un dólar al dia.

¿Cuántos  habrán muerto en el camino de su particular tierra prometida? Inmumerables, sin siquiera una tumba o un nombre sobre ella en el caso de que la tengan. Yo creo que estas personas bien merecen aunque sea un comentario de pesar sobre sus muertes. Merecen, además, por parte de este primer mundo, una seria reflexión sobre qué podemos hacer cada uno de nosotros para que globalmente la vida sea un poco más justa para todos.

Paco de Lucia murió jugando al futbol son su hijo en Cancún, donde disfrutaba de una buena casa y una buena vida. Vida que había vivido a tutti plen, a su manera y sin que le faltase un perejil.

Los inmigrantes muertos han sufrido una existencia mísera, en la que han padecido todo tipo de necesidades y han efectuado  literalmente una travesía del desierto, no se merecían esas muertes violentas y ese olvido descarnado.

Paco de Lucia tiene el homenaje mundial, los inmigrantes muertos o asesinados tienen al menos el homenaje virtual de ese diez por ciento de personas concienciadas contra la injusticia global a la que son sometidos los países explotados por el primer mundo.

Que descanse en paz todos.