jueves, 21 de febrero de 2019

LA CUCARACHA y II

Pues señor, erase que se era una vil cucaracha que trabajaba de enfermera y que llevaba muchos años a merced de las ocurrencias, tendencias, conveniencias, cadencias y todas las “encias” habidas y por haber.

Y hete aquí que tras varias reestructuraciones, que es salir de tu servicio donde trabajas requetebién, llega un momento en que  el turno que tú tienes ya desaparece, quedáis en el hospital dos cucarachas y media en él y no os podéis organizar para defender vuestros derechos, así que querida cucaracha ¡date por pisoteada! Por no utilizar una expresión soez que también termina por en ada y empieza por foll.

Y aquí viene cuando pisotean a la cucaracha, porque según parece los mandingos creen que no tiene dignidad ni alma en su almario.

Mirad la secuencia, supervisora que es acosada y cesada porque no poner interés en instaurar las 12 horas, supervisor que llega con la encomienda de poner las 12 horas sí o sí, aun a costa de jugar “sucio” de aceptar el voto de una que se jubila o de ofrecer prebendas a cambio del voto.

De la dos cucarachas que quedan, una servidora le hace saber al supervisor que se va a donde haya un turno de noche fijo de noche de 10 horas, este señor dice que en el maternal hay varios, yo le digo que me diga cuales son para elegir y me dice que lo va a mirar y me lo dirá. A la otra la acogota día sí, día también con las pajoleras 12 horas, pero jamás ofertándole las noches, ella como es natural le dice que no, que ella no quiere renunciar a su turno de noche. A esta el tema le ha costado una enfermedad.

Nos movemos, vamos al sindicato, hablamos con la jefa de bloque que nos dice que no hay nada para ofertarnos de las mismas características de nuestro turno, así que nos ofrece quedarnos en el turno de noche con las 12 horas en nuestro actual servicio, y como a la fuerza ahorcan, aceptamos pulpo como animal de compañía.

Pero ¡ay Señor! Hay un mandinguillo con ínfulas de Gran Jefe Toro Sentado, y el que hayamos pasado de su jeta para hablar con la otra jefa de bloque no le ha gustado, pero nada de nada. Así que, queriditas cucarachas ¡venid para acá, que os vais a enterar de lo que vale un peine! Nos obliga a ir a hablar con él para escuchar que solo hay un puesto de 10 horas en todo el hospital por lo que si una se va la otra se queda descolocada. Me tocaba irme a mí y yo no quería dejar a mi compañera a los pies de los caballos, con lo cual optamos por el ofrecimiento de la jefa de bloque y quedarnos  donde estábamos pero con las 12 horas

Y ¡ATENCION! Aquí viene lo bueno, nos dice que nos va a hacer “UN FAVOR” y nos va a dejar en nuestro servicio. Dejo a vuestra imaginación lo que me entró por el cuerpo al oír eso ¿UN FAVOR? Hay que joderse, más de 40 años de servicio y ahora vienen con favores. Yo me callé y dije, esto es cuestión del sindicato, yo a este no le doy ninguna satisfacción.

Pues nada, cuando ha ido el sindicato a hablar del tema, me llama Toro Sentado para decirme que le tengo que firmar un papel diciendo que yo he renunciado a irme a un turno de 10 horas, y que me está haciendo un favor al dejarme en mi servicio. Ahí ya no me dio la gana de callarme, le dije que no me dijera más lo del favor y que ya vería cuando iba a verlo, desde luego con el sindicato acompañándome, el tipo entró en un bucle vencindón y me amenazó con mandarme a otro servicio, y repitió hasta la saciedad que me estaba haciendo un favor, con lo cual decidí dejarlo amenazando y  repitiendo cual Micaela, la muñeca que habla y habla sin parar, sus amenazas y sus favores a la fibra óptica de Movistar.

Querido señor, yo no soy una cucaracha que usted pueda pisotear y quitarle su dignidad porque a usted le salga de su prepotencia.

Soy, aunque me esté mal decirlo, una muy buena trabajadora, cumplidora y una profesional como la copa de un pino, y usted no puede venir a quitarme mi autoestima y mi dignidad como quien quita un plato sucio.

¿Cómo era el tema de las cucarachas? ¡A si! Son capaces de sobrevivir a un holocausto nuclear.


¡Ea! No digo más.

LA CUCARACHA I



Hoy me siento como las cucarachas, esas que según aquel anuncio nacen, creen, viven, se reproducen y con Cucal mueren y desaparecen.

Pues eso, que una nace, va al colegio, al instituto, a la facultad, trabaja de contratada en sanidad y se tira 5 años en un reten donde cada día te mandan a un sitio a trabajar, no tienes turno determinado, no descansas un fin de semana ni una fiesta ni por casualidad. Por fin ganas una plaza lejos de tu casa y tras algunos años en la diáspora consigues volver y estabilizarte.

Te tiras más de 40 años trabajando, dentro de un vaivén que te va empujando según las modas que se van imponiendo. Yo empecé trabajando en turnos de 7 días, 7 de mañana, 7 de tarde y 7 de noche. Aquello resultaba muy caro en horas extraordinarias y decidieron crear un turno fijo de noche, de forma que no se hiciera un exceso de horas nocturnas que hubiera que pagar a precio más alto. Como nadie quería el dichoso turno hicieron una oferta tentadora, quien aceptase estar en las noches fijas tendría libre todos los fines de semana, y un buen número de gente aceptamos las noches bajo esa premisa.

Pero como he dicho los vaivenes nos van empujando, y tras un tiempo la administración descubrió otras posibilidades de ahorrar y se sacaron de la chistera el turno antiestrés (que yo me pregunto quién bautizaría el dichoso turno con ese nombre tan eufemístico) que de antistrés no tenía nada, pero con él se ahorraban bastantes contrataciones para dar días festivos. Con la instauración de este turno ya no les venía bien el fijo de noche y quisieron eliminarlo, pero claro no les iba a resultar tan fácil, nos organizamos y ganamos un pleito donde nos reconocían el derecho a seguir en ese turno el cual nos debían respetar, pero nos cambiaron la cadencia, trabajar dos noches sí y dos no, y por tener exceso de horas trabajadas teníamos una semana de descanso al mes, a algunos les pusieron una cadencia de una noche sí y otra no, todo con la sana intención de putearnos y que renunciáramos al fijo de noche, pero no coló y seguimos ahí, en nuestro turno.

De la mano de los supervisores ¡ay los supervisores! que son los mandingos que se dedican a agitar los patios para ir cambiando las condiciones laborales según conveniencias, ocurrencias, tendencias y cualquier “encia” que surja, salió otro invento de la chistera, el turno de las 12 horas, y aquí llegó no un vaivén, llegaron turbulencias intensas en los 14.000 metros, las restructuraciones, es decir que si no quieres hacer doce horas te cambian de sitio. Y atención, el turno de doce horas es ilegal por lo que para instaurarlo hace falta que los trabajadores voten, y si el 80% dice que sí, se pone y punto pelota. Con la curiosidad de que si hay una trabajadora que se jubila el mes que viene y nunca quiso ese turno ni lo va a tener que hacer, puede votar que sí e inclinar la balanza donde a la administración le conviene, cualquier trabajador que lleve mil años fuera del servicio en comisión de servicio o en cualquier situación especial en activo también vota, si hay alguien remiso le ofrecen alguna prebenda, alguna comisión de servicio o algún cambio dentro del hospital como un turno fijo de mañana, que será legal, no digo que no lo sea, pero también es intensamente inmoral.

A mí, como no quiero las doce horas, ya me han reestructurado un numero incontable de veces, de servicio en servicio coma la “falsa monea”, pero ya no quedan en el hospital turnos de 10 horas, así que sí o sí me como las doce horas, aunque yo crea que tantas horas a pie de cama es excesivo, sobre todo en el turno de día, porque no estamos recogiendo melones, ni estamos en la caja de un banco, estamos cuidando a enfermos, su salud está en nuestras manos y de nuestra claridad mental dependen sus vidas, pero ¿a quién le importa? ¡El caso es ahorrar!

Como está resultando largo el post seguiré en otro, porque lo mejor (es un eufemismo) está por contar.