Hay veces en que por alguna cosa se pierde momentáneamente
la confianza y la fe en el buen hacer de la raza humana en general, eso pasa rápido
y se baja, inmediatamente, al ámbito de
las personas en particular, la que particularmente te deja epatada con
cualquier actuación torticera y soberbia.
Y es que alguna personas suelen hacer una caricatura de sí
mismas para exponer al público, guardando para sus adentros la realidad, más o
menos bella o fea.
Algunos lo hacen por timidez, otros por miedo, los más por
ocultar sus intenciones. Si hay animo de ocultar, es porque existe la pretensión de conseguir cualquier cosa que no se alcanzaría por derecho, o al menos hay ideas poco sanas y bastante egoístas e interesadas.
Pues resulta que a veces te das de manos a boca con una de
estas cosas, donde alguien se apropia públicamente del esfuerzo de muchas
personas y te da primero rabia, y luego
pena, porque esas personas no dejan de ser pobres diablos o diablas que
subliman sus frustraciones adjudicándose el esfuerzo de los demás, porque es bien distinto expresar un deseo que conseguir hacerlo realidad.
Una cosa es decir, me gustaría ser abogada y otra muy
distinta gastarte las pelas y hacer el esfuerzo de estudiar y acabar una
carrera. Que puede ser que una vecina bondadosa que también quiere estudiar derecho te pague la
matricula del primer curso, para ir a la facultad en su coche, compartir apuntes y estudiar juntas con sus libros, y que tú la cagues el
primer cuatrimestre suspendiéndolas todas, que estudiar cada día es muy trabajoso y tú para trabajos no estas dispuesta, y seguidamente dejas el proyecto
sin más explicaciones, y encima poniendo verde a la pobre que te ha dado la oportunidad de hacer aquello que deseabas.
La guasa la tiene que luego presumas de haberte matriculado
en derecho, y si mal no viene, te adjudiques haber influido en el deseo de tu
vecina de estudiar leyes, el éxito de terminar satisfactoriamente su carrera,
porque con su esfuerzo al final acaba siendo licenciada en derecho y abogada, y el trabajo que realiza como abogada, porque
se deja la piel cada día en su bufete currándoselo muy duro. Y ¡leñe! Vas tú y
dices que si no hubiera sido por ti, ella no habría hecho nada. ¡Manda huevos!
La cosa es que no se trata de hablar en una barra de bar de
arreglar el mundo mientras disfrutas de un cafelito o una cerveza, la cosa es
trabajar, darle vueltas al coco, buscar, echarle imaginación, esforzarse, día
tras día, mes tras mes, año tras año para conseguir lo que te has propuesto, y
todo lo demás son zarandajas, tonterías y ganas de aprovecharse del esfuerzo
ajeno en beneficio propio.
¡Ay lo mala que es la envidia de los mediocres!
Y otra vez ¡Qué nivel
Maribel!
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