sábado, 1 de marzo de 2014

NO SEAMOS HIPÓCRITAS





Sé bien que el tema sobre el que escribo, será criticado, lo exponga como lo exponga, pero el cuerpo me pide una racion de sinceridad.

Ha muerto Paco de Lucia, genial guitarrista y según dicen, los que lo conocieron, gran persona. Aunque sobre su bondad poco puedo opinar, nunca lo conocí. Mi conocimiento no vas más allá de haber oído su música y haberlo visto en alguna que otra actuación. Estoy de acuerdo en que era un auténtico maestro, innovador y  único.

Cualquier muerte es un dolor para los allegados del difunto, si el fallecido es además un insigne ciudadano, la pena se multiplica exponencialmente en función de la fama del desaparecido.

He recibido en mi muro de Facebook, de parte de mis casi mil amigos, un verdadero aluvión de entradas referentes al dolor por la muerte de este superdotado de la guitarra. Reconozco el mérito del artista y comparto la desazón que estas noticias provocan en el ánimo de cualquier persona mínimamente sensible a las desgracias ajenas.

Sin embargo, solo he recibido notificaciones de un paupérrimo diez por ciento de mis amigos respecto a las muertes de los inmigrantes en las playas de Ceuta, menos aún sobre la torpe manipulación institucional de tan fatídicos hechos. Muertes que por cierto, no son anecdóticas,  sino la regla general para estas personas que deciden emprender tan peligrosa aventura en pos de sus sueños, muchos mueren en el intento de salir de la penuria, las guerras y la esclavitud.

La conclusión a la que llego es que estamos en una sociedad hipócrita, ciega, sorda y muda a los desmanes económicos y políticos mundiales.

Para que vivamos como vivimos, para que oigamos y veamos  a Paco de Lucia en nuestros IPod, IPad,
Tablet, teléfonos de última generación, ordenadores y demás tecnología, muchos seres humanos son explotados y esclavizados,  personas que malviven y malmueren para mayor comodidad y beneficio de los privilegiados primermundistas, nosotros.

Para que comamos, y vistamos, y viajemos, y tengamos casas y muebles y todo tipo de artículos consumistas, un setenta por ciento de la población mundial pasa hambre, sed, enfermedades y viven con un dólar al dia.

¿Cuántos  habrán muerto en el camino de su particular tierra prometida? Inmumerables, sin siquiera una tumba o un nombre sobre ella en el caso de que la tengan. Yo creo que estas personas bien merecen aunque sea un comentario de pesar sobre sus muertes. Merecen, además, por parte de este primer mundo, una seria reflexión sobre qué podemos hacer cada uno de nosotros para que globalmente la vida sea un poco más justa para todos.

Paco de Lucia murió jugando al futbol son su hijo en Cancún, donde disfrutaba de una buena casa y una buena vida. Vida que había vivido a tutti plen, a su manera y sin que le faltase un perejil.

Los inmigrantes muertos han sufrido una existencia mísera, en la que han padecido todo tipo de necesidades y han efectuado  literalmente una travesía del desierto, no se merecían esas muertes violentas y ese olvido descarnado.

Paco de Lucia tiene el homenaje mundial, los inmigrantes muertos o asesinados tienen al menos el homenaje virtual de ese diez por ciento de personas concienciadas contra la injusticia global a la que son sometidos los países explotados por el primer mundo.

Que descanse en paz todos.

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