domingo, 7 de diciembre de 2014

¿DONDE DEJAMOS LA CORRECCIÓN GRAMATICAL?

A veces llegan a nuestras manos algunos documentos que nos resultan trabajosos de interpretar, bien por la mala redacción en unos casos o  por la utilización inapropiada de ciertos término en otros.

Si ves un anuncio dirigido a niños, los publicistas eligen dos tipos de lenguaje, el usado por los niños, por tanto a su nivel, y el de los que tienen que adquirir el producto, o sea los  mayores.

Igualmente si es un mensaje publicitario cuyos sujetos de atención sean, hombres, mujeres, enfermos de jaquecas, usuarios de dentadura postiza, profesionales de la limpieza o el segmento de población al que vaya dirigida la publicidad en cuestión, se utiliza una manera de expresarse  distinta, más simple cuando va dirigido al público en general  y más particular cuanto más específicos sean  sus destinatarios.

Importantísimas la sintaxis, la morfología, la ortografía, la claridad en el concepto, la simpleza en la comunicación.

Por tanto si el objetivo de determinado comunicado es una población dispar, con diversos niveles culturales y distintas edades, lo deseable es, dentro de la más correcta gramática, utilizar un estilo simple y claro, evitar a toda costa neologismos, vocablos de argot gremial, términos científicos y demás jerigonza ajena al público generalista.

Un ejemplo es el uso de la tan actual palabra empoderarse, muy de moda en el argot feminista, lo deseable sería  que en esa nota se eligiera  algún sinónimo más asequible al  entendimiento colectivo como: apropiarse, adjudicarse, adquirir, quedarse, adueñarse, enseñorearse, coger, quitar, tomar, arrebatar, ocupar, representar, administrar, procurar y un larguísimo etcétera.

Los términos horizontalidad y transversalidad,, muy en boga en la jerga política, son del todo inadecuados si lo que quieres es transmitir que los problemas de esa población serán tratados a todos los niveles, que dicho así queda mucho más claro ¡donde va a parar!

Las redundancias no son en absoluto estéticas y dan muestra de poca imaginación, atención o formación, una alternativa a la alusión reiterativa al ciudadano sería vecino, habitante, residente, natural o incluso el gentilicio de la zona en cuestión.

Está también la importancia de la puntuación, una coma cambia por completo el sentido de una frase, para muestra un botón: Si el hombre supiera realmente el valor que tiene una mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda.

Pongamos una coma en la frase en distinto lugar, quedarían así:

A.- Si el hombre supiera realmente el valor que tiene una mujer, andaría a cuatro patas en su búsqueda.

B.-Si el hombre supiera realmente el valor que tiene, una mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda.

Huir como de la peste de formulas lingüísticamente aberrantes como poner una x para indicar masculino y femenino ¿todxs? ¡Sencillamente terrible! Y más que probablemente incomprensible para personas mayores de 50 años o que no utilicen la moderna tecnología de la información y la comunicación.

Evitar el uso machista de las situaciones laborales, no solo las mujeres hacen trabajos domésticos para buscarse un salario, y si se hace referencia a los ancianos en riesgo de exclusión no se puede decir que estas personas  “no tienen dependencia”, seguramente se entenderá con esta fórmula que son autosuficientes y no precisan que se les aplique la Ley de Dependencia.

La concordancia entre genero y numero es imprescindible, si leo un comunicado dirigido a mujeres y hombre, y ese error se reproduce a  lo largo del texto, o se trata de un hombre especifico ¿ una mala pasada del subconsciente? o es una monumental falta de ortografía.

Todo esto mirando solo las formas, sin entrar en el fondo de los mensajes que se quieren enviar a los lectores. Debo confesar que el susodicho documento andaba sobrado de tópicos típicos, expresiones rimbombantes, pseudofilosofía manida, cuando no absurda y una total falta de consistencia. En suma, mas de lo mismo que solemos ver cuando se acercan determinadas fechas.

 Y en fin, esta entrada no deja de ser un divertimento ocurrente en una mañana dominical donde me encontré un tríptico que acabó levantándome ronchas y al que le dediqué unos minutos de análisis a vuela pluma, aclarando que ni mucho menos soy una experta en la materia, por lo que los errores encontrados son de bulto, y que con toda seguridad alguno habré cometido yo misma en este texto.


¡Qué nivel Maribel!

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