sábado, 30 de julio de 2016

¡TE QUI YA PERIQUITO!


Resulta curioso ver como se desenvuelven las personas en las redes sociales, como nos desenvolvemos.

Cuando administras algún grupo en Facebook, por ejemplo, tu perfil y tus publicaciones deben ser públicas, ya que de no serlo todo aquello que cuelgues no será visto por quienes no sean tus amigos en esa red social, por lo cual estás francamente más expuesto a trolls  tanto ficticios como reales.

Hay quien se esconde tras perfiles falsos para arrear de lo lindo, y hay quien con su propio nombre se siente legitimado y hasta orgulloso de ir en contra de ciertas personas y perseguirlas en los propios muros de estas personas, faltarles al respeto y estar esperando, como un halconero, una entrada para saltar por sistema en contra de cualquier opinión que cuelgue.

Mi sentir es que mi muro de Facebook es, en cierta manera, mi casa, o sea, que yo admito a quienes decido como amigos y amigas para compartir noticias, opiniones, artículos, fotos, en fin todo lo que suele ser normal en esta red. Igual que, salvando las diferencias, invito al salón de mi casa a tomar café o a comer a quienes considero que son mis amistades y no a cualquiera.

Cuando se está invitado en casa de otra persona lo normal es guardar cierta compostura y sobre todo tener mucha educación, y discutir con elegancia, dialogar, disentir o estar de acuerdo pero siempre dentro de unas normas de cordialidad y la elemental educación exigida en personas de cierta formación.

Pues hete aquí que he sufrido por algún tiempo a cierto troll que por sistema ha estado entrando, porque lo acepté en su momento como amigo por ser hijo y hermano de personas a las que aprecio, a mi muro a cuestionar toda opinión que he ido colgando, y no contento con eso le ha faltado al respeto a alguna que otra amistad mía, sin conocerlas o saber que han hecho en su vida, porque este troll como buen intolerante no acepta opinión alguna que no cuadre con las suyas y defiende lo indefendible hasta la saciedad y mucho mas allá.

Que se meta conmigo me da igual, pero ya estaba el personaje entrando a faltarle el respeto a buenas amigas mías. El otro día hizo un comentario impertinente respecto a una opinión de una amiga sobre las luchas sociales. Esa amiga es Luisa Lucas, una mujer que  ha dedicado su vida a luchar por los derechos de los trabajadores de forma muy activa y responsable, y de la mejor manera que pude le dije al individuo que debía saber con quien hablaba antes de descalificar al interlocutor.

Luego la ha tomado con otra buena amiga, Begoña Herrera, que ha opinado algo y cuya opinión, según parece, no era del agrado del personaje, hasta el punto de llegar a faltarle al respeto seriamente, al final han acabado faltándoselo los dos, con una diferencia, mi amiga lo hacía en plan general diciendo que decía lo que le salía “del papo”, hasta que el personaje en plan machista repugnante aludió a la calidad “del papo”  llamando vieja resabiada a mi amiga y una serie de lindezas a cual más asquerosa y machista. Ahí ya se liaron los dos, pero yo creo que Begoña hizo bien en ponerle las peras al cuarto al hombrecito este.

Total que todo viene porque en esta ocasión he opinado, en mi muro, que lo de cazar Pokemones es una completa gilipollez, igual que otras veces he opinado que no entiendo como la gente es capaz de montar la mundial porque su equipo vaya a bajar a segunda, porque su equipo ha ganado una copa o porque vienen los grandes hermanos, y luego no son capaces de movilizarse para defender sus derechos. Este personajillo opina que pensar así es una falta de respeto, intolerancia, impertinencia e incluso que las opiniones no siempre son respetables y no siempre estamos autorizados a expresarlas ¡Tócate los zapatos Maripili! Que ahora viene este don menda a decirme lo que tengo yo que opinar y si no opino como él, pues al cuello.

El mundo está lleno de gente que ve la paja en el ojo ajeno y no ve el cacho viga que tiene en el suyo, tan grande que le impide ver otra cosa que no sea la propia viga.

Con los años que yo tengo ya a mis espaldas y no habiendo conseguido ni mi padre callarme la boca vas a venir tu a meterme las cabras en el corral.


 ¡Te qui ya periquito!

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