sábado, 24 de agosto de 2013

¿VACACIONES EN VERANO? ¡NO, GRACIAS!

Nos llevamos todo el año esperando, ansiando las vacaciones anuales, en verano claro, es la época institucionalizada para ello, pero estas no dejan de ser una ocasión envenenada de sufrir el tan esperado descanso.

Cierto es que el cuerpo y la mente humana necesitan un reposo, una desconexión para retomar de nuevo con más ganas y mejores predisposiciones la tediosa tarea cotidiana, pero, ¿de verdad descansamos en las vacaciones de verano?

Se me ocurren varias hipótesis para estos meses estivales  donde el movimiento de masas de un punto  a otro de la comunidad, del país, del continente, del hemisferio, del planeta en suma- que la globalización entre tantos inconvenientes tiene algún ¿beneficio?-, y ninguna es buena.

En el primer supuesto, nos vamos a la playa, a descansar, pensamos- y sí, como se dice ahora, va a ser que sí- tienes o alquilas algo en una zona playera, tiene que ser turística, o sea llena hasta los topes de gente, para encontrar una minina cantidad de servicios.

El primer reto es llegar, siempre llegar es el primer reto, haz las maletas, llevas media casa y todo el armario, carga el coche hasta las manillas-aquí ya estas medio agotada- conduce por carreteras repletas de coches repletos como el tuyo, llega, descarga y coloca, asiéntate y visita el lugar ya conocido o en su caso explora el lugar desconocido, regresa a ese lugar inhóspito que es tu casa de verano, la casa alquilada o el hotel contratado, y acuéstate tan agotada como si hubieras descargado un camión de sacos de cemento.

Y ahora viene la guasa, vete cada día a la playa cargada hasta la bola de sillitas, sombrillas, neverita, toallas, cremas de protección solar, el libro que estás leyendo y alguna cosilla más que ahora no se me ocurre, pero que seguro que te hace imprescindiblemente falta a orillas de la mar.

Busca un sitio para plantar tus reales, en primera línea nada de nada, ya han llegado los tempraneros y han copado las posiciones privilegiadas, y cerca del chiringuito tampoco que ya también han llegado los amantes de la cervecita y las sardinas y se han colocado en las proximidades, o sea, o te pones cerca ya de la calle y te quemas hasta las pestañas para llegar al agua o te pillas el coche y te vas a otros parajes en los que acceder al mar conlleva una larga caminata, esa idea queda descartada por asentimiento general, así que te vas a la playa más cercana a tu residencia, esa a la que va todo el mundo, esa en la que para llegar al agua tienes que sortear mil y un obstáculos, esa donde hay tres mil personas por metro cuadrado bañándose y donde te da por pensar, todos ellos al entrar al agua han sentido la perentoria y humana necesidad de evacuar aguas menores, te haces un cálculo mental y dices para ti, no, no, no, eso no puede ser sano, yo ahí no me meto.

Llega la hora de comer y ahí viene la segunda misión imposible, encuentra un sitio medio decente para comer o cenar, según sea el caso, donde no te den mierda y no te la cobren a precio de oro, como mínimo tendrás que hacer cola, comerás tarde y mal, otra opción es comer en casa con lo que habrás tenido que hacer la compra, hacer la comida, fregar los platos, en fin, lo de cada día del año pero con más inconvenientes.

Y vuelta a la residencia veraniega, llena de arena hasta el oído medio, cansada, cabreada y con unas ganas tremendas de estar en tu casita, la de siempre, esa donde tienes todas tus comodidades, tu cama, tu baño, tus libros, tus cosas.

La segunda opción que se me viene a la mente es un viaje cultural a otro país, la odisea sigue siendo llegar, en estas épocas estivales existe una circunstancia totalmente legal llamada overbooking  gracias a la cual te puedes encontrar el vuelo  que has contratado completo, o el hotel, o ambas cosas y te encuentras en tierra de nadie, esperando el próximo vuelo o reenviado a otro hotel de similares características pero en donde todo te queda a veinte kilómetros, a la vuelta te puedes encontrar con idénticos inconvenientes.

Hay otra opción  que es ir a visitar a la familia allá donde se encuentren, craso error, ahí sí que te has caído con todo el equipo, en casa ajena, te tienes que acoplar a las costumbres y planes de los residentes visitados.

Y la última y más deseable, te quedas en tu casa, la de siempre, donde tienes tu cama, tu baño, tus libros, tus cosas.


¿Vacaciones en verano?, ¡no, gracias!, el año que viene o en primavera o en otoño.

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