Hoy me siento
como las cucarachas, esas que según aquel anuncio nacen, creen, viven, se
reproducen y con Cucal mueren y desaparecen.
Pues eso,
que una nace, va al colegio, al instituto, a la facultad, trabaja de contratada
en sanidad y se tira 5 años en un reten donde cada día te mandan a un sitio a
trabajar, no tienes turno determinado, no descansas un fin de semana ni una
fiesta ni por casualidad. Por fin ganas una plaza lejos de tu casa y tras
algunos años en la diáspora consigues volver y estabilizarte.
Te tiras más
de 40 años trabajando, dentro de un vaivén que te va empujando según las modas
que se van imponiendo. Yo empecé trabajando en turnos de 7 días, 7 de mañana, 7
de tarde y 7 de noche. Aquello resultaba muy caro en horas extraordinarias y
decidieron crear un turno fijo de noche, de forma que no se hiciera un exceso de
horas nocturnas que hubiera que pagar a precio más alto. Como nadie quería el
dichoso turno hicieron una oferta tentadora, quien aceptase estar en las noches
fijas tendría libre todos los fines de semana, y un buen número de gente
aceptamos las noches bajo esa premisa.
Pero como he
dicho los vaivenes nos van empujando, y tras un tiempo la administración descubrió
otras posibilidades de ahorrar y se sacaron de la chistera el turno antiestrés
(que yo me pregunto quién bautizaría el dichoso turno con ese nombre tan eufemístico)
que de antistrés no tenía nada, pero con él se ahorraban bastantes contrataciones
para dar días festivos. Con la instauración de este turno ya no les venía bien el
fijo de noche y quisieron eliminarlo, pero claro no les iba a resultar tan fácil,
nos organizamos y ganamos un pleito donde nos reconocían el derecho a seguir en
ese turno el cual nos debían respetar, pero nos cambiaron la cadencia, trabajar
dos noches sí y dos no, y por tener exceso de horas trabajadas teníamos una semana
de descanso al mes, a algunos les pusieron una cadencia de una noche sí y otra
no, todo con la sana intención de putearnos y que renunciáramos al fijo de noche,
pero no coló y seguimos ahí, en nuestro turno.
De la mano
de los supervisores ¡ay los supervisores! que son los mandingos que se dedican
a agitar los patios para ir cambiando las condiciones laborales según
conveniencias, ocurrencias, tendencias y cualquier “encia” que surja, salió
otro invento de la chistera, el turno de las 12 horas, y aquí llegó no un vaivén,
llegaron turbulencias intensas en los 14.000 metros, las restructuraciones, es
decir que si no quieres hacer doce horas te cambian de sitio. Y atención, el
turno de doce horas es ilegal por lo que para instaurarlo hace falta que los
trabajadores voten, y si el 80% dice que sí, se pone y punto pelota. Con la
curiosidad de que si hay una trabajadora que se jubila el mes que viene y nunca
quiso ese turno ni lo va a tener que hacer, puede votar que sí e inclinar la
balanza donde a la administración le conviene, cualquier trabajador que lleve
mil años fuera del servicio en comisión de servicio o en cualquier situación especial
en activo también vota, si hay alguien remiso le ofrecen alguna prebenda,
alguna comisión de servicio o algún cambio dentro del hospital como un turno
fijo de mañana, que será legal, no digo que no lo sea, pero también es intensamente
inmoral.
A mí, como
no quiero las doce horas, ya me han reestructurado un numero incontable de
veces, de servicio en servicio coma la “falsa monea”, pero ya no quedan en el
hospital turnos de 10 horas, así que sí o sí me como las doce horas, aunque yo crea
que tantas horas a pie de cama es excesivo, sobre todo en el turno de día,
porque no estamos recogiendo melones, ni estamos en la caja de un banco,
estamos cuidando a enfermos, su salud está en nuestras manos y de nuestra claridad
mental dependen sus vidas, pero ¿a quién le importa? ¡El caso es ahorrar!
Como está resultando
largo el post seguiré en otro, porque lo mejor (es un eufemismo) está por contar.
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