jueves, 21 de febrero de 2019

LA CUCARACHA I



Hoy me siento como las cucarachas, esas que según aquel anuncio nacen, creen, viven, se reproducen y con Cucal mueren y desaparecen.

Pues eso, que una nace, va al colegio, al instituto, a la facultad, trabaja de contratada en sanidad y se tira 5 años en un reten donde cada día te mandan a un sitio a trabajar, no tienes turno determinado, no descansas un fin de semana ni una fiesta ni por casualidad. Por fin ganas una plaza lejos de tu casa y tras algunos años en la diáspora consigues volver y estabilizarte.

Te tiras más de 40 años trabajando, dentro de un vaivén que te va empujando según las modas que se van imponiendo. Yo empecé trabajando en turnos de 7 días, 7 de mañana, 7 de tarde y 7 de noche. Aquello resultaba muy caro en horas extraordinarias y decidieron crear un turno fijo de noche, de forma que no se hiciera un exceso de horas nocturnas que hubiera que pagar a precio más alto. Como nadie quería el dichoso turno hicieron una oferta tentadora, quien aceptase estar en las noches fijas tendría libre todos los fines de semana, y un buen número de gente aceptamos las noches bajo esa premisa.

Pero como he dicho los vaivenes nos van empujando, y tras un tiempo la administración descubrió otras posibilidades de ahorrar y se sacaron de la chistera el turno antiestrés (que yo me pregunto quién bautizaría el dichoso turno con ese nombre tan eufemístico) que de antistrés no tenía nada, pero con él se ahorraban bastantes contrataciones para dar días festivos. Con la instauración de este turno ya no les venía bien el fijo de noche y quisieron eliminarlo, pero claro no les iba a resultar tan fácil, nos organizamos y ganamos un pleito donde nos reconocían el derecho a seguir en ese turno el cual nos debían respetar, pero nos cambiaron la cadencia, trabajar dos noches sí y dos no, y por tener exceso de horas trabajadas teníamos una semana de descanso al mes, a algunos les pusieron una cadencia de una noche sí y otra no, todo con la sana intención de putearnos y que renunciáramos al fijo de noche, pero no coló y seguimos ahí, en nuestro turno.

De la mano de los supervisores ¡ay los supervisores! que son los mandingos que se dedican a agitar los patios para ir cambiando las condiciones laborales según conveniencias, ocurrencias, tendencias y cualquier “encia” que surja, salió otro invento de la chistera, el turno de las 12 horas, y aquí llegó no un vaivén, llegaron turbulencias intensas en los 14.000 metros, las restructuraciones, es decir que si no quieres hacer doce horas te cambian de sitio. Y atención, el turno de doce horas es ilegal por lo que para instaurarlo hace falta que los trabajadores voten, y si el 80% dice que sí, se pone y punto pelota. Con la curiosidad de que si hay una trabajadora que se jubila el mes que viene y nunca quiso ese turno ni lo va a tener que hacer, puede votar que sí e inclinar la balanza donde a la administración le conviene, cualquier trabajador que lleve mil años fuera del servicio en comisión de servicio o en cualquier situación especial en activo también vota, si hay alguien remiso le ofrecen alguna prebenda, alguna comisión de servicio o algún cambio dentro del hospital como un turno fijo de mañana, que será legal, no digo que no lo sea, pero también es intensamente inmoral.

A mí, como no quiero las doce horas, ya me han reestructurado un numero incontable de veces, de servicio en servicio coma la “falsa monea”, pero ya no quedan en el hospital turnos de 10 horas, así que sí o sí me como las doce horas, aunque yo crea que tantas horas a pie de cama es excesivo, sobre todo en el turno de día, porque no estamos recogiendo melones, ni estamos en la caja de un banco, estamos cuidando a enfermos, su salud está en nuestras manos y de nuestra claridad mental dependen sus vidas, pero ¿a quién le importa? ¡El caso es ahorrar!

Como está resultando largo el post seguiré en otro, porque lo mejor (es un eufemismo) está por contar.

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