Estamos ya en plena campaña electoral y sería de esperar, sería
lo normal, que los grupos, partidos y coaliciones estuvieran presentando sus
programas. La ciudadanía queremos saber que proponen los que van a gobernarnos
durante los próximos cuatro años.
Queremos saber las políticas sociales y económicas que van a
defender nuestros futuros gobernantes. Conocer que piensan hacer sobre asuntos que
nos preocupan como sociedad, por ejemplo las pensiones, el salario mínimo, la
brecha salarial, la dependencia, la igualdad, la violencia de género, la
pobreza energética, la prostitución, la sanidad, la eutanasia, la maternidad
subrogada, las jubilaciones, la educación, la inmigración, el paro, los impuestos,
la edad de jubilación, la corrupción etc. podría estar hasta mañana escribiendo asuntos y
propuestas, pues son muchas y diversas las carencias que padecemos en este país.
¡Pues no señoras y señores! Nada de eso. La precampaña y la campaña
se han instalado en la más soberana estupidez. Aquí estamos de memes, gilipolleces,
barbaridades y fake news (y no tan fake como el asunto de la rebaja del salario
mínimo, jajajja) hasta más arriba del
moño.
Entre el soberanismo catalán, las víctimas de ETA y otras víctimas,
el vergonzoso desconocimiento de la realidad legal y social de algunos candidatos,
el posicionamiento preconstitucional y cavernario de otros, y la poca vergüenza
de los de la moto, esto es más un circo que una campaña.
Yo soy militante y votante del PSOE y ya sé, porque está
escrito, publicado y a disposición de quien quiera informarse, el programa que
voy a votar. Todas las medidas que van a tomar, y de donde va a salir el presupuesto
para aplicar cualquiera de ellas. Con algunas no estoy totalmente de acuerdo, pero
son políticas progresistas, donde el bienestar social y en consecuencia la redistribución
de la riqueza son las patas donde se asientan todas las acciones de gobierno, así
como la defensa de la Constitución y la unidad del territorio nacional.
Como buena amante de la política sigo a los demás partidos y
me quedo muerta con sus proposiciones y sus mítines y declaraciones. Básicamente
les va muy bien con que haya independentismo, el trifachito se relía en la
bandera y tiran millas, no hay más Dios ni más Santa María que Puichdmones, Torras y 155 y el Falcon, todo lo
demás son inventos y estupideces.
Unos que niegan su mayor lacra, la corrupción, de tal manera
que su partido ha sido considerado por la justicia como una organización
criminal. Otros que prometen acabar con la corrupción y son denunciados por varios
pucherazos, alguno ya constatado, en sus primarias y colocando al primo de la
novia del líder de cabeza de lista en una circunscripción. De los otros ya ni
hablo desde que defendieron el uso general de las armas por los “ciudadanos de
bien”, negaron la violencia machista, y quieren devolver al armario la
diversidad sexual.
Todo esto lo comparo yo con ese individuo que se las da de
intelectual siendo un zote, pobrecito, que critica a fulano por ingenioso,
denotando su total falta de ingenio, a mengano por oler mal cuando él mismo se cambia
de ropa de estación en estación, a perengano por cobarde cuando él sale por
patas al ver cerca cualquier cosa que le huela a peligro, o a perengana por su físico
cuando, él ha estado casado con una mujer muy similar a la que critica.
Señoras y señores, esto es la realidad, esa que supera a la ficción.
¡Pasen y vean el circo de tres pistas!
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