martes, 10 de agosto de 2010

Mis recuerdos IX






Y empezamos el curso en Camas, yo en segundo por segunda vez y mi hermana en cuarto de bachillerato.

Tenía yo buenas intenciones ese curso, quería enderezar mi rumbo en las aulas, pero para mi desgracia el profesor de Matemáticas y el de Lengua del Instituto Velázquez habían pedido el traslado al nuevo instituto de Camas, así que mi fama me precedió y supongo que en el claustro hablarían de los alumnos, es el caso que ya de entrada vi como los profesores me trataban de otra manera que a los demás, que dicho sea de paso eran más mayores que yo, algunos mucho más mayores, aun cuando yo repetía curso, era la más pequeña del aula, con una diferencia de un año con los más jóvenes y de hasta cinco años con el mayor, el curso era mixto y en consecuencia esa mezcla de jóvenes y en esa edad dieron pie a que pasaran determinadas cosas, cosas de las que yo siendo la más inocente pague las consecuencias.

Mis hermanos ya habían creado su propia red de amigos y amigas en el pueblo, se reunían en un local del ayuntamiento, al lado del colegio de la calle Curro Romero, ahí formaron una tuna, ahí ensayaban y ahí hacían sus guateques, la música la ponían en un tocadiscos Cosmos que mi padre le había regalado a mi hermano Blas, el que enseñaba a tocarlos instrumentos y director de la tuna era mi hermano José Antonio.

Consiguieron que el alcalde, a la sazón Don Juan Lozano Meridiano, les pagara la vestimenta de tunos, los trajes se los hizo Dolores Vázquez, una modista de la calle Ángel, de terciopelo negro y con camisas blancas con chorreras, estaban guapísimos, y no porque fueran mis hermanos, es que eran y son unas bellezas de hombres, y vestidos de tunos hasta el más feo de los miembros de la tuna estaba guapo.

Llevaban las cintas de colores cosidas a unas escarapelas en la capa, todas las cintas llenas de mensajes de las chicas a las que les daban serenatas, alguna vez nos dieron una serenata a mi hermana y a mí, después de cantar subían a las casas y tomaban algunas cosas a las que las chicas los invitaban, aunque éramos pequeñas tocaron más de una vez bajo nuestras ventanas, yo creo que lo hacían más que nada para que mis padres los vieran en acción.

Recuerdo una ocasión en que vinieron a cantarnos, los vecinos de abajo se habían mudado y ahora vivían Don Augusto y Doña Victoria y sus hijos, Don Augusto tenia ciertamente mal genio y al escuchar a las 12 de la noche la música delante de su ventana, abrió y empezó a despotricar, creo que fue Estanis el que gritó, “Augusto que susto”, y se lio la mundial, ese hombre salió a la calle en calzoncillos y los tunos salieron por patas corriendo hacia la plaza, huyendo en desbandada.

Lo cierto es que esa pandilla de “tunos” eran bastante golfetes, y más de una vez se fueron andando a Sevilla, estaba solo a cuatro kilómetros y dieron allí muchas serenatas, tantas que a veces venían borrachos como cubas, pero se lo pasaban muy bien.

A mí como es natural no me dejaban entrar en sitio donde se reunían, era el local de la asociación de “cabezas de familia”, mi padre le llamaba el “sindicato del cante”, supongo que en un intento de hacer un chiste, por lo del “sindicato del crimen”, y creo que la cosa venia del asunto de que en aquella época ya los jóvenes empezaban a rebelarse contra las normas de moral y buenas costumbres que la dictadura había impuesto durante décadas, así que ni a mis hermanos les convenía que mi hermana y yo fuéramos por allí, ni mi padre quería que viésemos nada de lo que allí pasaba, que venía a ser que las chicas y lo chicos se “pegaban el filete” , eufemismo que se utilizaba para expresar que había habido tocamientos y besos a granel, no obstante ello, mas de una vez yo me acercaba por allí y me asomaba a las ventanas, viendo todo lo que allí acontecía.

Mi hermano José Antonio vestía de negro completamente en aquellos tiempos, de la cabeza a los pies, por ese motivo las chicas le llamaban el bombón negro, años después me conto que vestía de negro por el luto de mi hermano, de negro pero impecablemente elegante, guapísimo, su pelo siempre bien cortado y peinado, sus pantalones con la raya pareciese que hecha con tiralíneas, sus zapatos brillantes como un espejo, para ello se pasaba en el cuarto de baño mínimo dos horas, con el consiguiente cabreo de el resto de la familia, había un solo cuarto de baño, de aquella costumbre suya de ir tan impolutamente arreglado le sobrevino el apodo de “el posturas”.

Mi hermano Blas, que era quien ponía los sobrenombres y hacia canciones dedicadas a todos los amigos, era guapo para reventar, simpático, listo, con una personalidad arrolladora, siempre se hacia lo que él decía, y no precisamente por imposición, era algo natural esperar a Blas para hacer los planes, creo que sus amigos y amigas sentían adoración por él, porque era ciertamente adorable, tan ciertamente como que todos en casa le adorábamos, nos queríamos todos como es natural, pero Blas tenía una impronta, un atractivo y un carisma increíbles.

En el instituto yo me pasaba más tiempo en el pasillo que dentro del aula, bastaba que tosiera para que el profesor o profesora de turno me enviase fuera, un día Don Fernando Rubín entró en clase y directamente me expulsó, yo le pregunte que porque, que había yo hecho mal, el hombre con cara de tristeza me dijo, nada hija mía, nada, pero es lo que me han mandado, me fui llorando al servicio y me cruce con el jefe de estudios, Don Julián Granados que me pregunto a donde iba, me malicio que pasó por allí precisamente para verme fuera del aula u amonestarme, no le conteste y seguí mi camino, motivo por el cual me llamó durante la clase siguiente y me amonestó por ineducada, ahí saque yo mi carácter y le dije muy seria, cuando lloro no puedo hablar, ¿usted puede acaso?, no me sirvió de nada, tenía una amonestación en el expediente de falta grave. Siendo como soy rebelde por naturaleza y absolutamente contraria a la injusticia, había veces en que según que profesor fuera directamente hacia algo para ser expulsada, a ver si me expulsaban definitivamente de aquel infierno.

A mediados de curso lo consiguieron, me expulsaron una semana, pero eso es para otro capitulo.

5 comentarios:

  1. ¡Qué difícil etapa es la adolescencia!
    Y también tiene muy buenas experiencias que se convierten en recuerdos memorables para toda nuestra vida.
    Los hermanos mayores son en un momento dado, un ejemplo a seguir, lo que no pasa con los padres, con los que llega a haber distanciamiento y opiniones encontradas, todo lo cual cambia al paso de los años, ley de la vida, dicen.
    Nadie comprende a los adolescentes, pasamos por esa etapa como mejor podemos, a veces con lastimeros resultados, pero como dices, sacar fuerza de flaqueza para sobreponerse y luchar.
    Un abrazo, Amiga Inma, luego nos leemos.

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  2. Amigo Pherro, que razón tienes con el comentario a cerca de los padres, que incompresibles nos resultan y que incomprendidos nos sentimos en la adolescencia, y con el paso del tiempo como los vamos entendiendo cada vez mas, tanto que sin casi darnos cuenta vamos asumiendo cada vez mas aquellas premisas con las que nos educaron, casi las mismas con las que intentamos educar nosotros a nuestros hijos, salvando las diferencias de la época.
    Yo ahora me miro al espejo y veo en mi a mi madre, y cada año que pasa, mas y mas me parezco físicamente, sin embargo en el carácter soy una fotocopia de mi padre.
    Cosas de la genética y la educación.
    Abrazos afectuosos amigo Pherro, nos leemos.

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  3. Jjsjsjs, también yo recuerdo mis años de estudiante... son horrorosos, pero cuando miras atrás, lo haces con melancolía.

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  4. ¡Anda que no he pasado yo sesiones de rodillas en la capilla!, jajajaa, que mi colegio era de monjas.
    Un forma genial, de contar tus recuerdos.
    Besos
    nela

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  5. Juan Antonio, fijate que no recuerdo yo como malos aquellos tiempos......en la distancia que proporciona el tiempo se recuerda mas lo bueno que lo malo, ¿verdad?.

    Bienvenida Nela, me encanta tenerte por aqui, yo a veces visito tu porteria, te descubri desde el blog de nuestra comun amiga Taxi. Encantada de tenerte por aqui.

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