miércoles, 3 de abril de 2013

UN CUENTO DE TERROR. PUNTO DE ENCUENTRO




Hay cosas que es mejor contarlas en forma de narración de situaciones ficticias en las que cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia.

Erase que se era una familia de clase media, trabajaban los dos en la pareja, papá y mamá ganaban entre los dos 2.200 euros, así que decidieron comprar una casita para albergar su amor, su familia, la que formaron ellos y que fue aumentada con tres precisos hijos, eran tan felices en su vida que jamás pensaron que las cosas podrían dar un giro tan dramático como el que sufrieron, ellos,  como tantos millones de personas en aquel desgraciado país  donde las personas se arruinaban en beneficio de los bancos y los chorizos impresentables que estaban robando a manos llenas el patrimonio monetario público sin que nadie hiciese nada por evitarlo.

De ser una familia de clase media donde se podían permitir ciertos lujos, pedir una hipoteca y comprar su casita, además con la hipoteca inflada por el banco poder comprar también  su coche, poder salir los fines de semana a comer a alguna venta o pasar unos días en la playa, pasar de todo esto, a no tener nada que llevarse a la boca.

La cosa sucedió así, un mal día despidieron a mamá, había crisis y se había aprobado una reforma laboral que permitía tirar a la calle a las personas por poco menos que nada, así que empezó a cobrar el subsidio de desempleo y más o menos pudieron seguir tirando, pero como había una gran crisis en el país, por más que ella buscaba trabajo no había forma de conseguirlo, y como el tiempo pasa inexorablemente, pasó y se acabó la prestación por desempleo, se acabaron los ingresos de mamá, pero las letras de 1.000 euros de la hipoteca seguían llegando inexorablemente también, mes tras mes, así que se encontraron en la situación de tener unos ingresos de 1.200 euros (el sueldo de papá), de los cuales 1.000 eran para la hipoteca, y 200 para el resto de los gastos, comunidad, luz, butano, comida y todo lo necesario para mantener una casa.

Menos mal que tenían familiares que les echaban una mano con los gastos, porque la hipoteca había que pagarla, si o si, a causa de la ley hipotecaria de aquel país si no pagaban se quedaban sin su casa, en la calle, y con la deuda completa con el banco, en aquel país no existía la dación en pago, imposible dejar de pagarla, antes preferían dejar de comer.

Pero los familiares empezaron a sufrir el mismo calvario, despido, subsidio y ayudas agotadas, había familias en que todos estaban desempleados, no había ya dinero para mantener a tantos con la pensión del abuelo.

Esta familia lo estaba pasando realmente mal, pasaban  hambre, y estaban siempre angustiados pensando en que les cortarían la luz por falta de pago, o que no tendrían para la bombona de butano, cada vez más cara, y si no podían comprala no tendrían ni agua caliente para el baño de los niños o para poder calentarles la leche aguada o el sobre de sopa, tenían que conseguir ayuda de una u otra manera.

 En las instancias oficiales no podían hacer nada por ellos, claro, tenían unos ingresos más que suficientes, ya se sabe, las administraciones públicas tiene normativas inflexibles, si te pasas en un euro de los ingresos contemplados para percibir algún tipo de ayuda, ya no reúnes las condiciones.

Y así fue como llegaron a las instituciones, asociaciones, ONG´S y cualquier entidad que les pudiera ayudar, claro que lo tenían difícil, con un sueldo de 1.200 euros y teniendo por delante solicitando ayuda a  personas y familias excluidos ya de la sociedad por haber agotado a estas alturas  cualquier tipo de ayuda oficial, porque el gobierno de aquel país cortó de raíz las ayudas a las personas en riesgo de exclusión social, tenían otra prioridad, rescatar a los bancos, así que ellos tenían muy difícil conseguir nada.

Y llegaron a las redes de apoyo social no públicas, instituciones las más de las veces dependientes de alguna organización religiosa, donde se dispensaba caridad, con unas normas poco objetivas a la hora de conceder ayudas, donde por ser entidad privada y de gestión en manos de voluntarios se ayudaba o no según le parecía al voluntario de turno, ayuda muchas veces  a todas luces insuficiente y que para recibirla tenían que hacer una inmensa, lacerante, humillante cola a las puertas de la entidad caritativa.

Una cola a la vista de todos los habitantes de aquel pueblo, todo el que tenía algo que hacer por las tardes en el centro del pueblo aquel podía ver expuestos al público en general a aquellos “pobrecitos” que acudían a remediar sus males, gentes con una autoestima muy dañada por su situación, por pensar que eran incapaces de mantener a su familia, que además tenían que poner su dignidad en la cola de la ayuda.

De las personas que pasaban por aquel punto negro del pueblo, había de todo, quien por respeto y dignidad se hacían los despistados y evitaban mirar a aquellos que esperaban turno, y había quien poco menos que hacia fotos para saber quién estaba pasando necesidades.

Un día al más pequeño de los niños le detectaron una enfermedad rara, de esas que hay pocas y que por este motivo tenía poco tratamiento y muy caro. Es que en el mundo donde estaba aquel pueblo, las empresas farmacéuticas investigaban para encontrar cura a las enfermedades que abatían a muchas personas, las enfermedades raras no eran rentables, entonces no invertían en encontrar una cura, y como el gobierno de aquel país además eliminó el dinero destinado a investigación, pues lo poco que se adelantaba en las investigaciones para la cura de aquellas enfermedades se dejó de hacer.

Para colmo, el gobierno de aquel país, decidió quitar muchas de las medicinas que podían ayudar a su hijito  de la lista de medicamentos que estaban subvencionados con el dinero de los impuestos de los habitantes, así que de aquellos 200 euros que les quedaban para subsistir, después de pasar por la farmacia, ya no quedaba nada.

Decidieron pues dejar de pagar la hipoteca, la salud del niño estaba antes que todo.

Un mal día les llegó la notificación del juzgado, iban a ser desahuciados de su vivienda, la perspectiva era que se quedaban en la calle y con el sueldo embargado para seguir pagando aquella maldita hipoteca que un día fue la ilusión de su vida, por la que rellenaron cientos de papeles y que pidieron con los ojos llenos de felicidad, para dar a sus hijos la mejor vivienda, la mejor vida que sus medios les permitían.

Aquel día, aquel aciago día, la angustia pudo con papá.

Lo encontraron en aquel campo donde tanto les gustaba ir a pasear con los niños, en aquel árbol donde tantas veces se habían sentado a la sombra mientras los niños jugaban y ellos hacían planes.
Ya no había planes, ya no había esperanza, ya no había futuro, ya no había nada, solo angustia, impotencia, desesperación y muerte.

De esta historia de terror, que bien podría pasarnos a cualquiera de nosotros, somos responsables todos, unos por acción y otros por omisión, los gobiernos por ignorar a las personas en beneficio de los bancos y hasta en propio beneficio de políticos corruptos, las personas por hacer oídos sordos a tanta desesperación.

Esta historia está pasando ahora mismo muy cerca de nosotros, en la casa de al lado, en la calle de enfrente, en casas y casas y en calles y calles.

De todos nosotros depende que no acaben en un árbol cualquiera de un campo cualquiera.


8 comentarios:

  1. Es de terror pero tan real que puedo parparla con mis manos. Me encanta como escribes!!! Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Es que la realidad para muchos ciudadanos de este pais es terrorifica amiga.

    Un abrazo grande

    ResponderEliminar
  3. Tan real como la vida misma. Espero que sirva para crear conciencia. Un abrazo Inma.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Damaso, esa es la idea. Un beso

    ResponderEliminar
  5. La conciencia siempre la tenemos los mismos.

    Inma es un buen relato y como relata te digo, que deberías repasarlo, hay repeticiones que se pueden suplir por sinónimos y reiteraciones varias.

    De todas formas es tu primer relato, y si quieres seguir adelante, aprenderás a limar, porque como cronista eres muy buena.

    Y sobre el contenido ¿qué tge voy a decir? Es la realidad que tenemos.

    Espero que no te moleste mi "crítica"

    Y sigue escribiendo.

    ResponderEliminar
  6. Claro que no, me encanta, la verdad es que lo que me gusta escribir son cronicas y articulos de opinion, pero este no podia hacerlo de otra manera.

    Gracias guapa.

    ResponderEliminar
  7. ¡Otro triste y desmoralizante drama que no tendría que haber sucedido!, por supuesto los peores son los protagonizados por conocidos o allegados.
    ¡Lástima de humanidad!, deberíamos avergonzarnos de nosotros mismos. Nos creemos la especie más inteligente del planeta aunque, en realidad, nos hemos convertido en unos seres egoístas e insolidarios. Sólo nos importa el dinero. ¡¡¡¡Cada día estamos más zurumbáticos!!!!.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esto es una sinrazon que solo se explica por la avaricia de unos cuantos. A ver cuanto aguantamos callaitos.

      Un abrazo primo

      Eliminar