Reflexión de una tarde de domingo, Valium mediante para solucionar
una jodidisima contractura del Trapecio derecho que me tiene baldada. A lo que
iba, y so pena de pasar por poco feminista, algunas incluso dirían que machista
(pero nada más lejos de la realidad) expongo la susodicha reflexión.
Supongamos que, hipotéticamente (aunque hipotéticamente también
podría ser un caso verídico) conocemos a una “pobre mujer” que va por la vida,
durante años, quejándose, de sufridora, de pobre víctima de un “horrendo hombre”
que pasa de ella, que la engaña, que vive su vida, que la deja sola con varios
niños problemáticos, que tiene una insufrible familia política que la odia, que
tal, que cual, que pascual. Y con esta triste cantinela que, a base de
repetirla, va calando en su entorno (porque, en realidad, nadie conoce al horrible
hombre que tan mal la trata) se va granjeando el favor y la empatía de la gente
que la rodea. Con ello gana también muchas prebendas, explotando la solidaridad
que va despertando, a base de victimizarse.
La cosa va a mayores e incluso se separan, se vuelven a
unir, se vuelven a separar, y llega el momento en que el terrible macho que la
degrada acaba dejándola, se va con otra, la abandona ¡Que canalla el tío! ¿Verdad?
¡No se puede ser mas perro, ni más malo!
Pero ¡ay amiguitos y amiguitas! con el paso del tiempo vas
calando el melón, y vas viendo la verdadera cara, la fea cara, de la “pobre
mujer” maltratada, machacada, víctima del verdugo que la atropella, la sojuzga
y la denigra ¡ay, ay, ay! Poco a poco, detalle a detalle, vas descubriendo a
una persona manipuladora, egoísta, prepotente, cínica, soberbia, suave como la
seda, hipócrita, taimada, mala, en el más puro sentido de la palabra mala, un
autentico lobo con piel de corderito inocente.
El curioso observador, que por meras circunstancias de la
vida, y no por elección, tenga que sufrir una cierta convivencia con semejante espécimen,
va viendo día tras día, situación tras situación,
como va asomando la patita el lobo dañino que se esconde bajo la capa de dulce
lanita sedosa, va viendo esas respuestas inesperadas en una “pobre mujer” a la
que un macho indecente ha tratado mal.
El observador va descubriendo (a base de sufrirlo en sus propias
carnes también) en la “pobre victima” y con inmensa sorpresa, unas
incomprensibles salidas de tono, un trato denigrante a los inferiores en cuanto
se presenta la oportunidad, una innecesaria ferocidad en situaciones anodinas,
un escarbar tratando de sacar mierda en donde no la hay para tirarla en la cara
de quien se le enfrente, un cinismo gigantesco, un carácter caprichoso, una
imposibilidad de soportar la frustración, un querer salirse con la suya
siempre, un reescribir la historia a su mayor gloria y provecho, un negar las
evidencias mintiendo descaradamente. A una persona muy peligrosa en suma.
A esto hay que añadir un egoísmo supino, el ver como esta
pobre “victima” disfruta de la vida dedicando la mayor parte de su tiempo a su
cuidado corporal, a su ocio, a sus pasatiempos, a su disfrute personal dejando
muy de lado esa tan cacareada responsabilidad materna que tan a gala grita a
los cuatro vientos. Cuando ves que abandona a sus retoños horas y horas, noches
enteras, sin un adulto que los cuide, cuando los ves con aspecto poco cuidado,
con ropas raídas, con esa escasa educación, acabas pensando y replanteándote tus
primeras impresiones, inducidas por la “victima”.
Imaginad, además, que “la pobrecita” insta a sus hijos a
grabar las conversaciones que tiene con el padre de estas pobres criaturas, que
los instruye para que, una vez ha sacado
de quicio al “horrible hombre” que la maltrata y lo ha puesto en el disparadero
(disciplina en la que la “victima” es maestra) graben las discusiones donde
ella permanecerá tranquila y sosegada, mientras el otro está a punto de
reventar, punto al que ella lo ha conducido magistralmente. Imaginad, que incluso,
llega al culmen de la manipulación al poner a sus hijos en contra de su
progenitor, que llega a denunciarlo y a llevar a los niños a declarar en su contra,
haciéndolos pasar por este amargo trago.
Llego a la triste conclusión de que algunas cosas son como
son, y no como parecen ser, porque algunas veces ni los buenos son tan buenos,
ni los malos son tan malos.
Y aquí viene la reflexión ¿Quién ha sufrido maltrato en esta
pareja? ¿Como debemos de llamar a esta situación? ¿Es violencia de genero?
Se admiten comentarios sobre el hipotético caso.
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