Hay veces que una simple conversación escuchada sin querer en
el sitio más absurdo te enciende una bombillita que tenias ahí en la mente,
apagada pero dispuesta a encenderse al más mínimo estimulo. Estoy segura que no
soy un ente único en el mundo, incluso estoy segurísima de que no lo soy aquí, en mi pueblo.
Me voy a explicar. Oí por mera coincidencia, estaba esperando
en la cola de una tienda para comprar, un caso de los muchos que deben haber a
nuestro alrededor, un asunto sobre un chico que debía acudir cierto número de
tardes a una cierta actividad, el chico estaba impedido y la familia no contaba
con medios para atender esta necesidad, la otra persona contestaba que igual estaba
su vecina, una señora mayor que contaba con ayuda institucional para algunas
actividades como limpieza y compra pero que estaba muy sola, no tenia quien la
sacara de paseo, ni quien le diera un ratito de conversación.
Ahí saltó el estimulo que necesitaba la bombillita para prenderse,
pensé en el tiempo libre que tengo, por
fortuna ahora dispongo de él, y en que podría
dedicar unas horitas a la semana a ayudar con mi presencia a personas que lo necesiten,
acompañarlas en necesidades “no básicas”, entiéndase este concepto como aquellas
que no tienen nada que ver con el bienestar material, llámese compra, comida,
limpieza etc y que normalmente las reciben por la vía institucional, aunque también
habrá quien esté esperando esta ayuda y mientras llega sí o no, también necesitan
una pequeña asistencia. Más bien pensaba yo en acompañar a paseos, en un ratito
de charla, en leerles un libro, en acompañar en una merienda o cena, en visitar
en el hospital, acompañar al médico, llevar niños al cole y un larguísimo etcétera.
Nuestro pueblo ya tiene más que demostrada su capacidad
solidaria, ha habido y hay asociaciones sin ánimo de lucro que prestan una
imprescindible ayuda a muchos de nuestros conciudadanos menos favorecidos, ayuda
material en aspectos de tipo económico, como pago de facturas de suministros
imprescindibles, de farmacia o de alimentos, pero la otra ayuda, la inmaterial,
esa que no cuesta dinero, que no se arregla con 20 euros o tres paquetes de
macarrones, esa que requiere de un ratito de calor humano, de esa andamos muy
escasos.
Por todos estos motivos se me ocurrió la siguiente idea ¿Habrá
en Camas más gente con esta misma inquietud? ¿Cuántas bombillitas estarán ahí esperando
el pequeño impulso que las encienda? ¿Seremos los suficientes para aunar
fuerzas y hacer un grupo que pueda organizarse?
Y ahí va la propuesta ¿Quién se anima? Con un poquito de esfuerzo
por parte de muchas personas igual conseguimos algo bueno para nuestra
comunidad.
Ahí dejo la idea, plantearos si os apetece.
Yo me apunto.
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