ZAPATERO, ¡A TUS ZAPATOS!

 
El título tiene la intención, como resulta más que obvio, de hacer hincapié en el "pequeño detalle" de que cada actividad es en sí misma por muy básica que esta sea resulta a la postre ser una profesión en toda regla, a pesar de lo sencillo que pueda parecer el trabajo, si no hay una formación y un aprendizaje de las técnicas sea en el campo que sea el resultado final de la empresa no dejará de ser una pifia.

Y ¿a qué viene esta introducción? pues ahora mismo me explico. Soy una persona dinamizadora de la actividad hostelera, o sea que uso con bastante asiduidad los servicios de bares y restaurantes en compañia de mis amistades por lo que creo que tengo la suficiente información y capacidad para escribir este artículo.

Hace ya algunas décadas, en el sur de Portugal, me la metieron doblada hasta la mismísima bola. En un restaurante sin previa petición por parte de los comensales que nos sentamos a la mesa, nos sirvieron pan caliente con aceitunas y un paté de sardinhas muy rico. Comentamos que nos pareció muy amable por parte del establecimiento regalarnos unos entremeses mientras esperábamos el plato principal, pero aquello resultó no ser amabilidad, fue meternos en la cuenta unas cuantas pesetas de más por todo el morro. Nos cobraron el pan caliente, las aceitunas, el paté y atención (la primera vez que vi algo así) el cubierto. Desde entonces cuando en un establecimiento me ponen algo sin haberlo pedido hago las preguntas de rigor, si no es un error y si eso irá luego en la cuenta. También trato de investigar bien por internet, bien mirando la carta y si no es posible por estos medios, preguntando, si cobran el cubierto y el pan aparte, porque de ser así yo me marcho con total tranquilidad.

Lo de los zapatos del título viene a colación porque dentro del oficio de hostelería, los profesionales cuentan con una herramienta muy eficaz que se llama "escandallo", que no es otra cosa que hacer un estudio de los costos de cada plato para saber el precio que deben ponerle, ahí entra el prorrateo de los gastos generales de la actividad, porque tener un negocio funcionando supone conocer el presupuesto de gastos fijos y a tenor de ello y del coste de la materia prima, fijar los precios.

Entonces cuando veo en un restaurante o bar que le ponen precio al cubierto y al pan me dan ganas de sacar del bolso un tenedor, un plato y un bollo y decir que no me metan esos conceptos en la cuenta. Porque puestos así ¿porque no cobrar el desgaste de sillas y mesas? ¿o los zapatos del camarero? ¿o la mano de obra y la parte alícuota del alquiler del local y el butano?

Ya hacía tiempo que no veía un despropósito semejante pero esta Semana Santa me ha vuelto a pasar, y está claro que me he ido del sitio sin probar ni un bocado. En la carta ponía que el cubierto eran 60 céntimos y el pan 1.50 con el detalle de que era sin gluten ¡que no se dga! Total que el simple hecho de sentarte ya eran 2.10. Una puñetera pasada.

¿Que donde era el sitio? Me da cosilla decir el nombre, pero en la calle Ángel, un poco más abajo del Centro de Salud y en el título tiene un nombre propio.

Por eso los zapateros deben estar con sus zapatos, los albañiles con sus ladrillos, los ingenieros con sus máquinas y los hoteleros con su escandallo.