Las personas
que tienen un blog normalmente lo tienen para escribir sobre temas que le interesen,
es un vehículo para expresarse y debe reunir
unas pocas premisas indispensables. Un mínimo de originalidad, alguna pequeña
idea de cómo componer una redacción básicamente inteligible con la debida corrección
gramatical y ortográfica y desde luego tener siempre en cuenta el público a quien
va dirigida la publicación.
Hay a quien
le gusta verter sus opiniones en unos casos, o vomitar sus frustraciones en otros,
en los grupos de Facebook. A mí me gusta
hacerlo en mi blog, porque suele suceder que los que no tienen argumentos, los
que padecen incontinencia verbal, los que no aceptan las opiniones diferentes, los que
no tienen educación ni saben de que se trata, acaban faltando al más pintado, y el más
pintado puede ser que no quiera caer en responder a comentarios bajunos, por no
descender a según qué niveles.
El que no
escriba ni conteste a determinadas publicaciones donde de manera implícita o explícita
se me aluda, no significa que no las lea ¡Nada de eso! Las leo y me divierte
ver como determinadas personas, bajo perfiles verdaderos o falsos, intentan por
activa y por pasiva hacerme entrar al trapo con la idea de incluirme en una
lucha dialéctica donde yo estaría sola, mientras ellos van haciendo una especie
de carrera de relevos dejándose el testigo de refresco unos a otros. Hace días que
llevo viendo esta estrategia con otros participantes en los grupos de debate y opinión
del pueblo. Bueno lo de debate y opinión es un eufemismo visto lo visto.
Me refiero
en concreto a cierto grupúsculo que anda husmeando y rebuscando la forma de
acceder al comedero perdido, y digo esto porque todos ellos directa o
indirectamente han visto mejores tiempos con otros gobiernos municipales. Se
trata pues de hacer un grupo humano, organizarse, darse una base más o menos
legal, y ponerse a repartir estopa a diestro y siniestro, realzando siempre lo
incorrecto y evitando reconocer lo correcto a como dé lugar, y mintiendo lo que haga falta.
Al principio me llamó poderosamente la atención
la inquina con que trataban al ayuntamiento en general y al alcalde en
particular, culpando al consistorio de TODO lo malo que aconteciera en el
pueblo, fuera o no fuera competencia municipal, algunos hasta exigiendo que si
fuera preciso prevaricasen ¡Qué fácil es pedir lo que no se está dispuesto a
hacer!
Como quiera que tuve la osadía de opinar en contrario en
algunas cosas, me convertí de inmediato en diana de todo tipo de improperios. Y
aclaro en este punto que si por algo me significo es por no casarme con nadie,
y quien me conoce sabe que no tengo en cuenta si pertenezco o no a un partido
para criticar lo criticable si es justo.
Mi educación
fue siempre razonada en valores éticos, la justicia y la solidaridad fueron piedras
angulares en la base de la formación como ser humano que me transmitieron mis
padres. Sobre estos fundamentos está luego mi propia personalidad, socarrona, irónica
y con su migajita de matices incisivos.
No sabéis,
los que me criticáis y me tendéis el trapo, los que me tildáis de egocéntrica,
de estomago agradecido, de practicar el odio, de destructiva, lo que a mí me
importa vuestra opinión. Mi lucha es por
la justicia y la solidaridad ¿Sabéis de qué os hablo?
Os molesta
que no sea como vosotros y podáis
tirarme a la cara que busque lucro personal,
trepar a algún puestecillo o volver
a hozar en el pesebre. Os inquieta que
haya alguien que os diga la verdad y no podáis achacarle nada indecente, así
que vais a lo personal ¡El estilo que os define!
Mirad, lo de
asaltar al poder desde las asociaciones es más antiguo que los balcones de
palo. Así lo hizo el PC en su momento, y no les fue mal, por lo novedoso y
porque había gente preparada llevando la batuta.
A vosotros
os han dado la herramienta, pero no os han proporcionado el libro de
instrucciones y estáis usando el destornillador para pulir la superficie ¡Y ahí tenéis el resultado!
No volváis a
caer en el mismo error una y otra vez, no culpéis a quien no tiene la culpa, no
es que yo os odie o que quiera destruir lo que vosotros decís que estáis construyendo,
es que ni queriendo podríais tener una conducta más autodestructiva.
Como dice el
refrán: Justicia, cosa muy buena; pero no en mi casa, en la ajena.
¡Ahí os lo
dejo!
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