miércoles, 30 de junio de 2010

Mis recuerdos I










Aquí empezó todo para mí, bueno en realidad empezó en un pueblecito de Huesca, en Roda de Isábena que fue el sitio donde me concibieron mis atareados padres, y digo atareados porque yo soy la quinta de cinco hermanos, pero la primera luz la vi en Torreperogil, un pueblecito de Jaén.

Mi infancia fue de película de la posguerra tardía, yo era una niña feliz, tenía una familia numerosa, mis padres y cuatro hermanos mayores de lo más divertidos, también estaba con nosotros mi abuelo, viejecito cascarrabias, con su garrota siempre en ristre, pero de joven un Don Guido cualquiera, idéntico al que describía Machado en su poesía, también formaban parte de la familia mi gato Cuqui, el perro Pinki, una legión de gallinas y pollos, un gallo, conejos, pavos, patos,miles de palomas y algún que otro cerdo, recuerdo especialmente a uno que llamábamos Perico.

Éramos unos niños de pueblo, pero de pueblo, pueblo, de la Andalucía profunda, con sus cortijos, auténticos latifundios, sus albercas, sus huertecitos, sus olivares y sus viñas.

La vida allí transcurría la ritmo de la España rural, nos criamos, como era propio de la época, en la calle, entonces no había esos peligros de ahora, ni tantos coches, ni tanta violencia, ni tanto pederasta, en la calle a golpe de juegos en grupo y pedradas en la cabeza.

Aunque nací en la calle Barrionuevo, mis primeros recuerdos son de la casa de la calle Cervantes, las casas de los maestros, porque mis padres eran maestros, la nuestra estaba adosada a un lateral del Cuartel del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, los hijos de los guardias eran nuestros amigos, a 10 metros del mercado de abastos, a 30 metros de los colegios y a unos 300 metros de las “eras”, uffffffffffff, la eras, madre mía, el mejor sitio para jugar, sobre todo en el buen tiempo.

Mis recuerdos son prácticamente todos agradables y divertidos, en una casa donde hay cinco, lo que no se le ocurre a uno se le viene a la cabeza a otro, malos éramos más que Caín, y yo en concreto era la niña mas embustera, mas liosa y mas traviesa en 10 km a la redonda, menuda piececita de valor estaba yo hecha.



Cuando recuerdo aquellos tiempos, me vienes retazos de olores y sabores especiales, colores, juegos, canciones, diabluras y sobre todo sensación de cariño, esa calidez de sentirse arropada por una legión de gente que te quiere, esa sensación que jamás se volverá a tener, cuando empiezan a faltar piezas de ese conjunto, cuando las piezas caídas son más que las que aún quedan de pie.


La casa era grande, de dos plantas, abajo estaba el comedor grandísimo, había una especie de sofá de madera oscura, le llamábamos el “canapé”, ahí fue donde instaló mi padre la primera televisión y la primera “nevera”, allí era donde transcurría la mayor parte de la vida familiar, había también una salita de recibir, amueblada con un tresillo, sillas y mesitas de estilo sevillano, de madera y con asientos de enea, pintados de rojo y con florecitas de colores.


Teníamos una cocina que poco a poco se fue modernizando, pasó de ser una habitación con fogón de carbón y “pollo” de mampostería, a tener su cocina de gas de dos fuegos, una nevera de hielo y agua corriente en un fregadero “moderno”, adyacente en un lateral había una habitación grandecita que llamábamos “la despensa”, llena a rebosar de todo tipo de artículos de comer, chorizos, morcillas, jamones, lomos, todo casero, lo que se hacía en la matanza de casa, chocolate, frutas del tipo de uvas y melones, pimientos y tomates colgados del techo para secarlos, botes llenos de tomate frito y pimientos asados elaborados en casa, dulces, garbanzos, patatas, lentejas, alubias, aceite para el año, de todo en definitiva, cosa esta por cierto importantísima para mi padre, preocupadísimo con que nunca faltara nada de comer en casa.


Mi madre solía hacer los sábados dulces caseros, magdalenas, tortas, mantecados, hornazos, llenaba unas bandejas que llamábamos “latas” en las cuales ponía un papelito de estraza con el nombre de la familia y nos mandaba al horno de Gaspar “el de bultos” le llamábamos, cada uno con su lata y en “fila india” como decía mi hermano Blas, marchábamos uno detrás del otro al horno a dejar los dulces hornearse, luego iríamos a recogerlos y llevarlos a casa, donde mi madre los metía en una orza de barro que tapaba con un paño, allí era donde metíamos la mano cada vez que teníamos hambre , veníamos corriendo de la calle, pillábamos una torta y a correr.





4 comentarios:

  1. Una infancia sin habre. Como la mía.
    Pero en esa Andalucía de latifundios, en la España profunda, mucha gente pasó, penalidades.

    Cierto es que la huerta y la matacía, así como la repostería casera, daban un alto grado de bienestar.

    Imagino que en los tiempos del "ganas menos que un maestro escuela" tus padres, como muchos tuvieron que hacer filigranas para sacaros adelante. Quizá ese sea el chip que tengamos que cambiar o nos toque cambiar después de tantos años de bonanza.

    Sí había peredastia Inma, pero eran tiempo del "nunca pasa nada".

    Precisamente mientras te leía, yo iba recordado mis días felices hasta que ha aparecido la terrible palabra.

    Me gusta tu narrativa. Amímate al relato erótico, venga. Que lo haces muy bien.

    Un besico

    ResponderEliminar
  2. Montse querida

    En otro capitulo hablare de la pederastia, esa cosa de la que "no se hablaba pero existia", y tanto que existia, casi me pilla a mi de por medio.
    Lo del relato erotico Montse, no me sale guapa, lo he intendo pero o me sale blando, o me sale duro, jajajaj, no encuentro el termino medio ese, morboso pero a la vez elegante que supongo ha de tener un relato erotico.
    La paginas que he encontrado en internet parahacerme una idea, son mas bien sexo expresisimo, nada de suavidad o diletancia, y no me considero yo preparada para escribir algo que merezca la pena ser calificado como relato erotico.
    Besos guapa, siempre es un placer tenerte por aqui.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta!! es bueno que los recuerdos buenos y malos salgan para la salud del espiritu, besos guapa!

    ResponderEliminar
  4. Me gusta mucho!!! es bueno que los buenos y malos recuerdos comienzen a salir! para la buena salud del espiritu.

    ResponderEliminar