lunes, 16 de septiembre de 2013

MICRORRELATO. LA MADRE

Era aquella una mujer formidable, dictadora, que manejaba a su entorno con puño de hierro y guante de seda, con ese sutil chantaje emocional de la lagrima de cocodrilo y las enfermedades ficticias, los tenia a todos controlados, atados y bien atados.

Su prole la doraba y obedecía con fervor ciego, así estaba mandado.

¡Ay de aquel que osara disentir o desobedecer!, seria condenado al ostracismo, ignorado y expulsado del seno familiar, era o con ella o nada.

Y así fue perdiendo afectos y cercanías, cada vez que alguno decidía emprender una vida independiente no regida por los férreos preceptos de la dictadora, pasaba a ser considera persona non grata y era ignorada por los siglos de los siglos.

Siempre tenia presente la culpabilidad de los foráneos, su prole era perfecta, los sobrevenidos habían corrompido los rígidos principios por ella inculcados, pero ello no era óbice para aplicar el castigo en toda su brutal dureza.

Nunca tuvo en cuenta el daño que podría hacerles a sus amados hijos, su soberbia y su prepotencia podían mas que su amor filial y la felicidad de sus descendientes.

Al final se quedo rumiando su dolor, lamiendo sus heridas y lamentándose en silencio de la soledad a que los había condenado.

Pero nuca admitiría su error, las cosas debían de ser así, porque así estaban mandadas.



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